El tremendo porrazo de nuestra selección en la Copa América, que ha finalizado el domingo en Río de Janeiro, ha servido para esgrimir todo género de excusas. Después de la nefasta era de Luis Chiriboga, Carlos Villacís y ‘el rey de la cumbia’ Hernán Darío Bolillo Gómez ya nada debería extrañarnos. Ellos dejaron instalado el prejuicio de que la Copa América no tenía ninguna importancia; que era solo un laboratorio para un fin preponderante y fundamental: lograr un cupo para la fase final de la Copa del Mundo.