Jugador sin aspavientos, habla lo mínimo, como si no quisiera molestar. Hace goles sin que nadie le llame goleador, crea juego sin el cartel de creativo, es un guerrero indomable con una suave sonrisa tipo Mona Lisa, no se golpea el pecho gritando yo, yo, yo… Lidera en silencio, corre y pelea desmintiendo al documento. Karim Benzema se ha erigido en una figura colosal del fútbol y ya merece largamente un Balón de Oro, algún reconocimiento que lo perpetúe, pues sin duda es uno de los grandes centrodelanteros de todos los tiempos.

Nadie esperaba tanto de él, su fichaje no fue galáctico, él lo tornó galáctico con el tiempo. Venció su perfil bajo con goles, asistencias y actuaciones sensacionales. Benzema se inscribe en la larga lista de contrataciones notables que jalonan la historia del Real Madrid, desde Di Stéfano a Modric pasando por Puskas, Gento, Amancio, Juanito, Hugo Sánchez, Hierro, Redondo, Zidane, Sergio Ramos y, naturalmente, Cristiano Ronaldo, quien llegó por 91 millones, en nueve temporadas marcó 450 goles y luego fue traspasado en 105. Y estamos hablando de un club que ha tenido aciertos muy gordos en el rubro incorporaciones. Siempre a la sombra de esos gigantes, sin poner los codos y en puntitas de pie, el francés se fue mezclando en ese rutilante pelotón. Y cuidado, si medimos por rendimiento puro, puede que Karim derribe a algunos de esos tótems.

Y aquí el mérito no es de entrenadores ni observadores de talentos, sino íntegro de Florentino Pérez. Nadie lo recomendó. “Florentino estaba mirando un partido del Lyon, lo vio ahí y quedó deslumbrado. Dijo: a este hay que traer”, comentan en la secretaría técnica del club. Y lo fichó por 35 millones, una cifra módica comparada con la de otros refuerzos.

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Lleva 13 temporadas en el Real y acumula 317 goles y 157 asistencias. O sea, incidencia directa en 474 goles. Asistencias de las suyas, dejando solo al compañero para definir o con centros exactos a la cabeza. Que lo diga Cristiano Ronaldo si no. Le ha fabricado fútbol y servido goles a raudales al portugués. Si Karim llegara a mirar hacia atrás y ve que durante nueve años fue el escudero de Cristiano siendo él más jugador técnicamente, no estaría tan feliz. “Ahora (tras la marcha de CR7) me siento libre en el campo. Me gusta tocar el balón, participar en la jugada. Con Cristiano había cambiado mi estilo, jugaba para él”, confesó en octubre de 2020 en el programa de TV Universo Valdano, conducido por el exjugador argentino. “Había uno (por el portugués) que hacía el doble o el triple de goles que yo y sentí que debía adaptarme a esa situación. Pensé que no me costaría nada, solo tenía que cambiar mi forma de jugar y pasársela más a él. Dejé a un lado mi alma de bombardero”, añadió.

Destacaba igual pese a su papel de Sancho Panza, pero a mediados de 2018 se produjo la inesperada partida de Cristiano, que amenazó con irse si no le subían el contrato y Florentino Pérez le abrió la puerta. Ahí, despojado de su rol de subalterno, se produjo la explosión de Benzema, alcanzó su real dimensión, la actual. Un 9 jugador, finísimo, 9 con mente de 10, con una técnica fantástica, lo que le permite controlar en el área, donde no hay tiempos ni espacios, y dejar la bola lista para la pierna. Que le da igual si es derecha o izquierda. Cabeceador infalible, tocador excelso. Cercano a los 35 años se encuentra en su mejor momento físico, lo cual habla muy bien del profesional que es. Muestra una potencia descomunal, la de un bailarín de ballet con la fuerza de un peso pesado. Y está desatado para el gol, ya dejó atrás en la tabla de artilleros madridistas nada menos que a Di Stéfano, Puskas, Santillana, Hugo Sánchez…

Junto con Modric suman 71 años y están tirando del carro. Son capaces de conquistar su quinta Champions con el club blanco, lo que sería un récord fantástico, con un rol absolutamente protagónico, estelar. Sus dos tripletes ante el Paris Saint Germain y el Chelsea destrozaron a dos equipos que en el juego habían demostrado ser muy superiores al Madrid. Pero el oportunismo y la clase de Karim fue demasiado para ellos. Él y Modric le dan legitimidad y brillo a un Madrid generalmente inferior en juego a los rivales, que además siempre irrita a los aficionados neutrales por beneficiarse permanentemente de errores arbitrales. Pero cuando alguien mete tres golazos el referí queda en segundo plano.

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Ya es el tercer goleador histórico merengue detrás de Cristiano (450) y de Raúl (323), a quien pasará seguramente en tres o cuatro semanas. Esta temporada ganará su primer trofeo Pichichi (lo tiene virtualmente asegurado) y posiblemente sea el goleador de la Champions, lleva 12 tantos, contra 13 de Lewandowski, quien ya no compite dado que el Bayern fue eliminado.

El delantero francés del Real Madrid, Karim Benzema (d), durante el partido de vuelta de cuartos de final de Liga de Campeones que Real Madrid y Chelsea disputaron el martes en el estadio Santiago Bernabéu. Foto: Rodrigo Jiménez

El problema judicial con su compañero Valbuena (este lo acusó de extorsión en un escándalo sexual) lo apartó de la Selección de Francia durante seis años y le impidió ser campeón mundial. Francia coronó con Giroud de centrodelantero, buen jugador, aunque a años luz de Karim. No obstante, a ningún aficionado cuerdo del mundo se le ocurriría rebajarle la categoría por tal contingencia. De haber estado en Rusia 2018, no solo se habría coronado, también le habría conferido auténtico brillo al desabrido aunque pragmático equipo de Didier Deschamps. Pese a esos seis años fuera, el hijo de los argelinos Hafid Benzema y Wahija Djebbara lleva 36 goles con la camiseta azul del gallito. De no ser por ese largo paréntesis seguramente tendría el doble. Ya está pidiendo lugar en el podio de los más brillantes artistas de la pelota de Francia junto a Zidane, Platini y el ascendente Mbappé.

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Alguien podría decir que Karim necesitó que se fueran Cristiano Ronaldo y Messi de la Liga Española para subir al pedestal, pero nadie podrá negar su clase excepcional. Queda por ver si ganará la Champions con el Madrid o lo hará el Manchester City de Kevin De Bruyne. El que llegue más lejos se alzará con el Balón de Oro. Y no habrá discusión posible. (O)