A través de los años, desde que se inauguró el campeonato ecuatoriano de fútbol en 1957, identificamos épocas marcadas por tal o cual equipo. Los primeros tiempos fueron de polarización entre clubes guayaquileños y quiteños. En la edición 1957 jugaron cuatro escuadras: Emelec y Barcelona, por Asoguayas; Deportivo Quito y Aucas, por AFNA. En ese cuadrangular los eléctricos ganaron el primer título ecuatoriano. En 1958 y 1959 no hubo certamen nacional por diferencias en las posturas dirigenciales.

En 1960 se reinició y participaron ocho equipos: Barcelona, Emelec, Everest, Patria Liga de Quito, Deportivo Quito y España; y por primera vez un representante de Tungurahua: Macará. La presencia de un equipo de otra provincia que no sea Pichincha ni Guayas entusiasmó a los aficionados, por lo que la dirigencia resolvió ampliar la geografía del torneo y es así como en 1963 Manabí se estrena con Estibadores Navales y River Plate de Manta.

Con esos antecedentes, el criterio de ser más inclusivos permitió que muchas más provincias tuvieran representantes, paulatinamente. La despolarización y el profesionalismo tomaron cuerpo. Todo ese esfuerzo para diversificar las regiones se concretó de a poco. El nivel competitivo rara vez era alterado, porque el predominio en torneos conseguidos fue exclusividad de Guayas y Pichincha. Fue tal el dominio que recién en el 2000 el Olmedo de Riobamba rompió esa hegemonía y fue campeón.

Publicidad

También hay que recalcar que en 64 torneos hubo eras en que ciertos conjuntos dominaron el campeonato; por ejemplo, entre la década de los 70 e inicios de los 80 El Nacional obtuvo ocho títulos. Ganó los llamados Bi-tri (1976, 1977, 1978, y 1982, 1983, 1984), inolvidables para los puros criollos. También Barcelona tiene su periodo de supremacía: entre 1985 y 1997 obtuvo seis coronas. Además, logró en ese lapso lo que ningún equipo ecuatoriano había podido: ser finalista de la Copa Libertadores (en 1990, contra Olimpia, y en 1998, ante Vasco da Gama). El otro equipo del Astillero, Emelec, ha sido protagonista permanente y ganador de catorce estrellas. Tiene también una era de predominio cuando gana el tricampeonato en el 2013, 2014 y 2015 (y luego en 2017, cuatro títulos en cinco temporadas), sellando una época memorable, tan recordada como la brillante era del Ballet Azul de los años 60.

Un equipo símbolo que lleva el nombre de la capital, el Deportivo Quito, tuvo un ciclo importante al conseguir tres torneos nacionales en 2008, 2009 y 2011. Esos éxitos se truncaron por la irresponsabilidad dirigencial y terminó con una institución popular endeudada al máximo. Hoy, lamentablemente, rueda sin mayor expectativa por la segunda división pichinchana. Otro íntimo de los títulos ha sido Liga, siempre como participante de prestigio. En 1969 ganó su primer certamen con un equipo fantástico denominado La Bordadora. Tiene una etapa brillante entre 1998 y 2010, en la cual capta alternativamente cinco títulos ecuatorianos.

En esa fase dorada Liga se consagra además internacionalmente como campeón de la Copa Libertadores (2008), de la Sudamericana (2009), de la Recopa (2009 y 2010) y como subcampeón de la Copa Mundial de Clubes de la FIFA (2008). Es indiscutible: es la era más exitosa de un club del país. Todo alcanzado al mando de dirigentes de alto nivel como Rodrigo y Esteban Paz.

Publicidad

En el 2021 por primera vez se coronó campeón del Ecuador Independiente del Valle. Es una conquista precedida por éxitos continentales. En el 2016 llegó, ante la sorpresa de todos, a la final de la Libertadores, perdida con Atlético Nacional de Colombia; y en el 2019 se adueñó de la Copa Sudamericana. Pero faltaba un galardón que por tradición es muy importante para ser reconocido por siempre: el de campeón nacional de fútbol. Los del Valle integran ahora la lista selecta de monarcas del Ecuador junto a Barcelona, Emelec, Everest, Liga (Q), El Nacional, Deportivo Quito, Olmedo, Deportivo Cuenca y Delfín.

Confirma así Independiente que se pueden llevar adelante procesos preconcebidos bajo el concepto de fortalecimiento institucional. Lamentablemente en nuestro país la mayoría de clubes de balompié no tienen la menor intención de elaborar y ejecutar proyectos a largo plazo. En lo futbolístico, Independiente también ha tenido una significativa transformación. Desestimó la tesis de que el fin justifica los medios y podemos confirmarlo poniendo de ejemplo el 2016, cuando se discutió el sistema ultradefensivo diseñado por Pablo Repetto para llegar a la final de la Libertadores. La directiva modificó su concepto, concibió un estilo definido, y consideró que la verdadera razón del fútbol es aquella que identifica ganar títulos, pero dejando el buen jugar como estela. Ha logrado ese objetivo al incorporar a técnicos europeos que han sostenido un estilo de juego donde luce también la estética.

Publicidad

Hay que reconocer que el campeón del 2021 tiene ideas claras sobre el manejo de una organización futbolística. Alguna vez escribí que presentía que Independiente estaba ejecutando un modelo planificado, tanto en su estructura de formativas (área tan olvidada por otros clubes del país), financieramente manejado como empresa mercantil, con presupuestos realizables y no como los que se presentan para cumplir con la normatividad de la LigaPro y que terminan siendo inejecutables.

Independiente elevó la vara. Pone en apuros a clubes tradicionales como Barcelona, Emelec, Liga y otros que saben que se enfrentarán a una institución dispuesta a invertir porque puede hacerlo.

La ventaja del grupo Deller, Abedrabbo y Cía. consiste también en que el trabajo en inferiores les permite abastecerse de jugadores de sus canteras. En ese rubro tiene ventaja sobre los demás clubes del país. Mucho de verdad hay en que la crisis causada por la pandemia erosionó la economía de muchos clubes, pero también hay irresponsabilidad en dirigencias que sin pandemia se dedicaron a dilapidar ecursos. Hoy vemos a Olmedo, El Nacional, Deportivo Quito en horas críticas. Barcelona sobrevive gracias a las maromas de la actual dirigencia, que trata de capear el temporal y conformar un equipo al límite de sus capacidades presupuestarias; es decir, invertir menos en refuerzos, aspecto que casi siempre pasa la factura en el plano de la competitividad.

Emelec, aunque no hace públicas sus necesidades, y debe tenerlas, decidió ser conservador en fichajes, algo que le termina costando en estos dos últimos años el campeonato. En cambio, Liga anuncia que comenzará una era de austeridad, más cercana a la realidad. Eso también, como es lógico, le traerá dificultades al momento de conformar planteles poderosos. A los demás qué se les puede exigir en esta época de contracción económica. Guardo la percepción de que, advertidos están, el resto de equipos, Independiente anticipa que una nueva era ha llegado al fútbol nacional. (O)

Publicidad