Pasaron seis años, unos están presos, otros ancianos y retirados, algunos más, muertos; y todos desacreditados socialmente. Han pagado el precio de su codicia: no son libres de mirar a la cara a la gente, están marcados. Ninguno de ellos, los capturados en la redada del FBI y la policía suiza aquel amanecer del 27 de mayo de 2015 (seis años hoy), logra explicarse cómo Walter B. (así lo llamaremos) logró evadir el gigantesco cerco policial en torno al lujoso hotel Baur au Lac, sobre el lago de Zúrich. El mal llamado FIFAgate –en verdad Conmebolgate– se llevó puestos a decenas de dirigentes futbolísticos acusados, juzgados y sentenciados por corrupción. Los cargos: soborno, fraude y lavado de dinero. El nido mafioso se construyó bien al sur de la América del Sur.