No has escrito nunca nada de Félix Lasso, me dice en plan de reclamo mi pana Humberto Montalván, vicentino y pelotero de la selección del otrora glorioso plantel, del Oklahoma de Colón y Chimborazo y del Club Sport Patria como corresponde a una familia vinceña que honró al deporte con el añorado Fausto Montalván, capitán del Barcelona de la idolatría, y de los recordados fuerabordistas Guillermo e Ítalo Montalván, todos tíos de Humberto.

Y nos metimos de inmediato en los recuerdos. Mi interlocutor me da una novedad: en un equipito infantil de la Liga de Novatos Juan Bosco, que lideraba Óscar Chino Lay Zambrano, apareció a mediados de los años 50, en un equipo que se llamaba Miguel A. Nacer, un coloradito pimentoso y entrador que se fajaba con los más fuertes. Era Félix Lasso, un niño aún que ya mostraba mucha habilidad en la cancha de Carchi y Clemente Ballén.

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Pocos años después Lasso fue captado por los buscadores de talentos y lo ficharon para el Manta SC, el equipo de don Desiderio Gando, que jugaba en el demolido estadio Ramón Unamuno. Los torneos de fútbol de la Federación Deportiva del Guayas eran el semillero que proveía grandes jugadores a los equipos profesionales y las graderías del estadio de la calle Los Ríos se llenaban de fanáticos. Hoy no queda nada. El estadio tan tradicional desapareció cuando aparecieron en Guayaquil las hordas de Atila. También desaparecieron todos los deportes y hoy Guayas apenas puede competir con las provincias amazónicas.

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En 1962, con 16 años a cuestas, don Felipe Vera, masajista y ojeador de cracks al que nunca podrá pagar Barcelona lo que hizo por el club, reparó en ese delantero que las peleaba todas y que lucía gambeteador y eficaz ante el marco y se lo llevó a los juveniles toreros. Allí estaba cuando le tocó debutar en un clásico anormal. Everest había logrado el título y Barcelona se negó a jugar el último partido de la temporada ante Emelec. La Asociación de Fútbol lo conminó a presentarse y el equipo torero decidió alinear a los juveniles. En ese partido jugaron por primera vez con la divisa oro y grana Félix Lasso, Abdón Echanique y Francisco Bolita Aguirre que luego fueron titulares en primera serie.

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¿Por qué ya no va el público a los estadios?

La competencia era muy dura en el ídolo. Estaban como delanteros Agustín Álvarez, Clímaco Cañarte, Washington Muñoz, Ricardo Reyes Cassis, Lucho Salcedo, Helio Cruz, Glubis Ochipinti, Tiriza y Helio Cruz. El 26 de enero de 1964, en un clásico por el campeonato nacional, con estadio lleno, le tocó a Lasso estrenarse al entrar en reemplazo del paraguayo Ochipinti. La pugna siguió cuando retornó al equipo Julio Verdesoto y se contrató al brasileño Geninho y el argentino Lucio León. En 1965 ya se había asentado como titular en una gran delantera que formaban Wacho Muñoz, el brasileño campeón del mundo Moacyr Pinto, Félix Lasso, Alejo Calderón y Tiriza. Después llegarían Jorge Mawyín, Enrique Raymondi, y Mario Canario Espinoza.

Tuvo siempre una virtud que lo hizo favorito del público: su entrega sin reservas durante todo el partido. Manejaba el balón con ingenio, fabricaba paredes, entraba al área driblando o elevándose para cabecear y nunca retrocedía. Conservo el recuerdo de dos encuentros en que Félix fue un prodigio de valentía: ante Benfica, de Portugal, y ante Dínamo, de Moscú, ambos jugados en el Estadio Modelo Guayaquil, hoy Alberto Spencer Herrera.

Los portugueses habían sido terceros en el Mundial de Inglaterra 66 y traían en sus filas nada menos que a Eusebio, oriundo de Mozambique y elegido el mejor jugador de ese mundial. Lo acompañaban otras estrellas, como Coluna, José Augusto, Jaime Graca y Simoes. El 20 de agosto de 1967, Lasso enfrentaba a un durísimo defensa llamado Raúl que le tiraba trancazos feroces, pero el porteño replicaba y se defendía con los codos de los manotazos rivales. Ante la sorpresa general, Lasso abrió el marcador a los 8 minutos con un taponazo que dejó sin chance al portero José Enrique. Eusebio empató, Muñoz desniveló, pero José Augusto igualó la pizarra y Eusebio, a falta de 4 minutos para el final, puso el 3-2 para la victoria portuguesa.

En diciembre de 1967 llegó el Dínamo de Moscú encabezado por el mítico Lev Yashin, el mejor arquero del mundo en aquella época. Se midió con Barcelona, cuya delantera era encabezada por Félix Lasso. Tengo presente la figura de casi dos metros de un ruso asombrado ante la manera que lo chocaba Lasso, le peleaba todos los balones y lo eludía. Dos veces estuvo nuestro joven artillero mano a mano con Yashin, que contenía angustiado los envíos de Muñoz y Moacyr en un gran partido que terminó sin goles.

A inicios de 1968 estuvo en Guayaquil Universidad de Chile para jugar Copa Libertadores con Emelec. Barcelona actuó en un preliminar y el instinto descubridor del técnico argentino Alejandro Scopelli reparó en Félix Lasso. Lo citaron a Salinas para hablar con los dirigentes y en tres días se arreglaron las condiciones: Lasso era ya jugador de Universidad de Chile. En abril debutó en un amistoso con Cerro de Montevideo. La nota de Estadio de Chile exaltó el papel de nuestro jugador: “Ya lo vio el público santiaguino en su debut contra Cerro de Montevideo, y la ovación surgió espontánea y duró hasta que desapareció por esa entrada ubicada bajo las galerías, en el norte, en el Estadio Santa Laura. Le había sacado “partido” a ese partido Félix Lasso. Había lucido su excelente técnica, sus pases siempre intencionados y, sobre todo, se había aplaudido ese taponazo seco, sacado de improviso y con el pie izquierdo que se había clavado en un ángulo alto”.

Félix Lasso (c) en su paso por Universidad de Chile. Foto: Archivo

No le fue fácil al principio ganarse a la afición universitaria, sobre todo porque había llegado a reemplazar a un ídolo: Carlos Campos. Poco a poco fue adaptándose hasta formar una artillería histórica: Pedro Araya, Rubén Marcos, Félix Lasso, Guillermo Yavar y Leonel Sánchez. Con el club chileno Lasso fue campeón del torneo metropolitano con una contribución de trece goles.

En 1970 regresó a Barcelona por puro amor a la divisa, pero conflictos dirigenciales lo hicieron desertar para pasar a Emelec, donde jugó cinco temporadas. Estuvo luego en El Nacional, Liga de Portoviejo y Barcelona en 1979, en cuyas filas colgó los botines. Jugó 27 partidos en la selección nacional y marcó siete tantos. Ganó cinco coronas con Barcelona, una con Universidad de Chile, una con Emelec y una con El Nacional.

En 1973, siendo jugador de Emelec, Lasso fue el único ecuatoriano convocado a la Selección de América en un partido disputado contra la Selección de Europa en el Camp Nou de Barcelona, el 31 de octubre de ese año. Aquel partido jugaron estrellas como Johan Cruyff, Eusebio, Roberto Rivelino, Teófilo Cubillas, entre otros. El partido terminó empatado a 3 y en penales ganó 3-2 la Selección de América.

Dejó un gran recuerdo en quienes disfrutamos su amistad y lo vimos a lo largo de toda su gran carrera. ¿Cuánto valdría en dólares hoy un delantero valeroso, osado, audaz, atrevido, bravo y goleador como Félix Lasso? (O)