Hace ya 22 años, en la Copa América de Paraguay 1999 presenciamos algo que, periodísticamente, nos pareció ciencia ficción. Durante un partido nocturno y bajo la lluvia, guarecido apenas por una sombrilla, un fotógrafo japonés, sobre el césped detrás de uno de los arcos del Defensores del Chaco había captado la foto de un gol y la estaba enviando en ese mismo momento a la redacción de su diario, en Tokio. Mediante un cable conectado desde la cámara a su computadora, en la cual tenía conexión wi-fi, la mandaba al instante. Aquello fue un aperitivo de lo que vendría: una avalancha de novedades tecnológicas que transformaron definitivamente las formas de hacer periodismo.