El jueves nos pasó que terminábamos de ver España 5 - Francia 4, un espectáculo trepidante, fantástico, entre dos equipos que buscaban herirse de muerte, y a la hora nos volvió a la realidad sudamericana el espantoso Ecuador 0 - Brasil 0, más espantoso Brasil que Ecuador, por cierto. Nos planchó. Y el viernes nos terminó de aplastar el Colombia-Perú soso, insípido y sin situaciones de gol. En un solo partido de la Liga de Naciones de Europa hubo nueve goles; en los cinco juegos de nuestra eliminatoria se anotaron cinco. Inquietante.

El empate le sirvió a Ecuador para ratificar el segundo puesto en la tabla e ir tranquilo de excursión a Lima, aunque perdió la oportunidad de ganarle a Brasil, que siempre es edificante. Cuando llega golpeado hay que aprovechar. Después despierta y te ganan. Aparte, se trata de un Brasil obrero, ordinario, vulnerable. Era el momento.

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Futbolísticamente, a Ecuador no le fue útil en absoluto el compromiso. No dejó nada positivo o novedoso. Más de lo mismo: una defensa inexpugnable y un ataque pobre. Nuevamente no funcionaron dos facetas decisivas: creación y definición. Se califica muy a menudo como “generación dorada” a esta de Ecuador. Dorada es la defensa; del medio hacia adelante nada brilla. No hay generación de juego, y cuando no está el abucheado Enner Valencia no hay atisbo de posibilidades de gol. Enner va a tener que jugar hasta los 40 años. Él solo, cuando está, aparenta una delantera completa. Sin él, hay cero presencia ofensiva. Los números son contundentes: la Tricolor apenas recibió cinco goles en quince cotejos; es la valla menos vencida de la eliminatoria. Pero en ocho juegos no pudo convertir. Solo Perú y Chile anotaron menos, los dos últimos de la carrera. Para ser una generación dorada de verdad debería conquistar un título, y para ello se necesita poderío ofensivo. Nadie sale campeón con 0,86 de promedio goleador. Sin gol no hay paraíso.

Si en un partido no se convierte ni se genera ninguna ocasión de gol, algo falló. Esto sucedió ante Brasil. Más preocupante que el gol en sí mismo es la no generación de juego. No hay una idea. Que se manifiesta en mayor medida cuando lo esperan atrás. Aunque no se diga, Ecuador ya está clasificado al Mundial, para el cual falta apenas un año. Ya hay que empezar a ver juego. Sería estimulante en los tres juegos que faltan de la eliminatoria encontrar variantes ofensivas. Y un par de figuras en el armado y el ataque que puedan potenciarlos. Ver progresos en esas líneas.

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Mención de honor para Willian Pacho, un zaguero sensacional, físicamente perfecto, seguro, firme, serio, concentrado. Tiene para doce años de selección. Y pese a su humildad y juventud, progresivamente va ganando liderazgo. Ya el día de su debut ante Australia lo puntualizamos: es un surgimiento extraordinario.

Vinicius no hizo goles ni dio asistencias en 31 de los 40 partidos que lleva jugados en la selección brasileña. Un dato devastador. Esta vez se lo devoró Joel Ordóñez, otra magnífica aparición defensiva. Sereno, sencillo, eficiente, brinda seguridad en la marca. Es otro que pinta para muchos años de selección. Le ganó el lugar a Angelo Preciado. Es realmente notable cómo Ecuador produce defensas confiables y, en algunos casos, de alta calidad, como Pacho, Hincapié, Estupiñán, Félix Torres, que fue al banco porque hay tal abundancia que alguno debe quedar afuera.

  • Salvavidas. A Brasil sí le cayó bien la igualdad en Guayaquil. Para que Carlo Ancelotti no debutara perdiendo, lo que hubiese sido decepcionante de acuerdo a la ilusión que despertó su arribo y a su fabuloso contrato: 10 millones de euros anuales. No obstante, deberá mejorar un cinco mil por ciento si quiere llegar con aspiraciones al Mundial 2026. Es la primera vez en nuestro largo recorrido futbolero que vemos a Brasil sin un 10, sin creativos. Un medio campo con Bruno Guimarães (volante de ida y vuelta, un corredor), Casemiro (puro de marca y con el hacha siempre a mano) y Gerson (un 5 con más manejo que Casemiro, pero 5 al fin). El Brasil de Ancelotti, en su primera actuación, se pareció mucho al Brasil de Dorival.
  • Diagnóstico. Hay dos tipos de amnesia: parcial y total. La de Colombia es total. En algún recodo del camino se golpeó la cabeza y se olvidó todo lo bueno que había aprendido desde el arranque de Néstor Lorenzo hasta la semifinal de la Copa América. Aquel 10 de julio, tras la “batalla de Charlotte” ante Uruguay, archivó una forma armoniosa de jugar en la que todos participaban virtuosamente. Subían con acierto los laterales, ganaban la media cancha los volantes, la seguridad defensiva permitía la subida de los centrales, sobraba creatividad y se llegaba de muchas maneras. No sobraba el gol, nunca sobró en Colombia, pero tanto volumen de juego daba para resolver con autoridad los partidos. Era el equipo sensación y en un momento dado parecía que ganaría la eliminatoria. Ahora está sexto, con solo tres puntos por encima de Venezuela. El mismo diagnóstico que Ecuador: atrás no hay problema; adelante no lástima...
  • Eliminado. ¿Qué rival encontrará Ecuador en Lima…? Un equipo virtualmente eliminado; no caigamos en lo de “matemáticamente posible”. Perú no irá al Mundial. Es un plantel veteranísimo, cargado de elementos de 35 años (Gallese, Advíncula, Zambrano), Guerrero con 41, Oreja Flores con 31… Los jugadores “nuevos” de la Bicolor llegan a sus primeras convocatorias con 29, 30… No obstante, Colombia no le generó una sola situación clara de gol. Ni dramatismo hubo en la resistencia de Perú. Defendió tranquilo, ni se despeinó. Ni ahogo en los últimos minutos hubo. Nada. Fue el peor partido de Colombia en los últimos dos años.
  • Involución. Exactamente lo mismo que a Colombia le sucede a Uruguay. Ambos fueron a la Copa América, en junio del año pasado, como favoritos a ganarla, y volvieron chamuscados. Se derrumbaron. Con la derrota del jueves ante Paraguay (0-2), Uruguay suma apenas una victoria en los últimos doce cotejos (justamente 3-2 a Colombia). Vive de los ahorros. Si se contaran los últimos nueve enfrentamientos, iría penúltimo, solo por encima de Chile. ‘Un equipo sin alma’, tituló una columna del diario El País, de Montevideo. Marcelo Bielsa, que al principio era poco menos que un héroe nacional porque le había impreso un estilo dinámico y ofensivo, hoy está contra la pared. El DT rosarino hizo una fuerte autocrítica: “Se van sumando partidos y se repite una constante, que es que no generamos peligro. El gran déficit del momento que venimos arrastrando desde hace bastante tiene que ver con que tenemos la pelota y no creamos situaciones de gol. No consigo que florezca lo que hacen en sus equipos”.
  • Increíble. Nadie, en Chile, puede creer que ya estén fuera del Mundial. Será el tercero consecutivo que verán por televisión. Ganarle a Argentina era la última bala que le quedaba a la ilusión. No pudo ser. “No se puede creer, no somos tan malos”, dice a coro el periodismo. Exceptuando a Argentina y al revolucionado Paraguay, que sigue invicto con Gustavo Alfaro, es el mal generalizado en Sudamérica: no hay creación de juego y tampoco definición, aunque lo segundo depende de lo primero. (O)