El festejo no para, los jugadores no quieren irse del campo ni los hinchas de las gradas. Quieren eternizar el momento. Jugadores, cuerpo técnico, asistentes, utileros, masajistas se abrazan una y otra vez con allegados, directivos, familiares, hasta con fotógrafos que siguen siempre al equipo.
Suben a buscar el legendario trofeo y las medallas que les entrega el príncipe William, bajan y siguen celebrando, se toman fotos, se envuelven en banderas, se ponen gorros… En las tribunas, un padre con sus dos hijos pequeños en brazos, vestidos hasta las orejas de azul y rojo, ensaya un grito redentor.
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Otros miles lloran, unos más se toman la cabeza, aún no pueden creerlo. Un marco bellísimo, una postal de la felicidad. El modesto Crystal Palace londinense acaba de coronarse campeón de la célebre FA Cup. “El Palace campeón por primera de la Copa Inglesa…!”, enfatiza Miguel Simón, brillante relator de ESPN. Más que eso, es su bautismo con la gloria: campeón por primera vez en su largo machacar en la división superior del fútbol inglés. Ciento veinte años esperando alzar un trofeo justifican tanta emoción.
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Con un coraje memorable y una concentración fantástica, el Palace venció en la final al Manchester City de Pep Guardiola 1 a 0 gracias a un fulminante contraataque culminado por su numero 10 Eberechi Eze. No obstante, hubo un héroe mayor, el arquero Dean Henderson quien paró hasta el viento. Ponerle un 10 sería hereje. Merece más. Ya tiene un sitio donde será venerado por siempre: la sede del Crystal Palace y el corazón de sus hinchas.
La impresionante hinchada del Palace que colmó mayoritariamente el estadio de Wembley fue toda una revelación. Tal vez nadie del exterior esperaba ver tantos simpatizantes azulgranas.
El flamante campeón hace de local en Selhurst Park, un cajoncito para 25.456 espectadores. De ahí que lo tengamos en una dimensión menor, pero ayer fueron varias decenas de miles a fabricar fervor. Y salieron felices como nunca. Ciento veinte años soñando esto, la espera se comió cinco generaciones, pero el fútbol tiene estas maravillas, una sola victoria redime todo, borra las décadas de trashumancia en Segunda, Tercera, Cuarta y hasta en regionales, pero este 17 de mayo de 2025 manda todo ese peregrinaje al archivo.
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El fútbol inglés tiene una gran semejanza con el argentino, o al revés visto cronológicamente: A) Grande, chico, feo, lindo, de madera o de cemento, todos los clubes tienen su estadio, su guarida, su bastión. B) Todos poseen una numerosa hinchada. La del Palace sacó un diez llevando una multitud ilusionada. Lo mismo hubiese pasado con Chacarita, Chicago, Lanús o Quilmes de haber llegado estos a una final de copa. C) La pasión que anima a uno y otro fútbol es similar.
El Crystal Palace FC se dice nacido en 1861, la Football Association lo rechaza, le admite su fundación en 1905 y sostiene que el Crystal Palace FC de 1861 era otro, sin vínculos continuos ni demostrables con el actual, aunque son del mismo barrio. Sin embargo, el actual presidente Steve Parish insiste en que pueden establecer la conexión con el de 1861: “Tenemos el derecho legítimo de ser el club de la liga profesional más antiguo que aún existe”. Los historiadores dividen aguas. Como sea, es la primera consagración.
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Hay una foto maravillosa que engalana la sede del Manchester City. El rey Jorge V, de Inglaterra, saludando uno a uno a los futbolistas del City antes de la final de la Copa Inglesa de 1934, acompañado de Sam Cowan, capitán ciudadano, quien va enunciándole los nombres de cada uno de sus compañeros. Por ser la competencia de mayor raigambre popular, una auténtica joya de la corona, era hábito que el monarca británico asistiera a la final en Wembley y entregara el trofeo al vencedor.
La final de la FA Cup no es apenas un partido de fútbol, también una tradición de un siglo y medio. La clausura de una competencia en la que intervienen 745 equipos de Inglaterra, Gales y Guernsey que suele enfrentar a colosos como el Liverpool o el United con diminutos clubcitos de 5ª. División. Tiene un carácter integrador y la épica juguetea en cada fase. Voltear a un tótem puede ser un hito en la vida de un cuadro chico. Incluso de un pequeño pueblo. El Palace ha sido el mejor de esos 745 contendientes.
Siempre es edificante disfrutar del fútbol inglés, la generosidad futbolística de buscar la victoria -todos-, pero en especial su valor estético y su limpieza moral. No es el fútbol español, nadie corre con el caballo del comisario, todos son iguales. Para los jueces es lo mismo el Charlton Athletic que el Liverpool. Y si aparte hablamos de la final de la Cup, el torneo más antiguo de este deporte en el mundo (iniciado en 1871), la cita es imperdible para los consumidores universales de fútbol. Nadie es indiferente al encanto de la Premier League.
Como era de esperar en un equipo de Guardiola, el City tuvo 79% de posesión de balón, aunque cero por ciento de eficacia. Apenas 6 remates entre los palos y los seis fueron conjurados por Henderson. Entre ellos, un penal y tres tapadas milagrosas, casi insólitas del rubio Henderson, que se veía extraordinariamente motivado. Parecía invencible.
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El lateral derecho colombiano Daniel Muñoz tuvo también una actuación fabulosa, clausurando su lateral y siendo una pesadilla cada vez que escalaba por su punta. Suyo fue el centro bajo, en verdad un pase, para la entrada de Eze, su magnífica definición de primera y el gol del campeonato. Título que lo pone también por vez inicial en un torneo internacional: clasificó a la Europa League. Más para celebrar.
El City contó con una ocasión de oro para igualar, un penal (indiscutible), de Mitchell a Bernardo Silva, que vale la pena comentar. Mitchell se tira al piso y barre cuando ya la pelota se le iba por línea de fondo al portugués. Le obsequió un penal. Si el lateral se queda parado, Bernardo Silva no tiene ninguna opción. Es un error recurrente de los malos marcadores, ir al piso y resolverle el problema a los atacantes. Salvo como determinación última y extrema, el defensa no debe ir al piso ni apelar a las manos frente al oponente, por lo general termina en penal.
Parecía que se derrumbaba el sueño del Palace, sin embargo, el egipcio Omar Marmoush no tuvo pericia: pateó fuerte y esquinado, pero Henderson le adivino la punta, saltó como un gato y paró el tiro. Hubo rebote y volvió a tapar. Notable. Lo curioso es que estando Haaland en el campo, éste delegara la ejecución en un jugador nuevo en el club como Marmoush. Inentendible porque Haaland era el habitual rematador antes de la llegada de aquel.
Es verdad que insistió más y generó varias situaciones de gol, pese a ello, no merecía el City arruinar la proclamación del cuadro de las águilas. Fue anímicamente flojo. El Palace quiso ser campeón desde la primera pelota que tapó su arquero, jugó con el alma, mostró una determinación total y ganó bien.
Párrafo final para Oliver Glasner, el técnico austríaco que le dio este momento de éxtasis al club del sur de Londres. Sólo había logrado el título de la Segunda en su país con el LASK y en 2022 dio el golpe al conquistar la Europa League con el Eintracht Frankurt. Pero este es un capolavoro. Con herramientas sencillas armó un once combativo, organizado, que no regala nada, defiende bien y es bravo en la contra. Es consagratorio para él. Lo buscarán de entidades mayores. Lo justifica. (O)