Eran otros tiempos. No había cupo de ocho extranjeros por cada equipo y los foráneos contratados por los clubes de Ecuador llegaban para ser titulares; caso contrario, sus estancias en el balompié nacional eran cortas. Además, no era una novedad —sí lo es en la actualidad, con una legión de desconocidos— que muchos refuerzos vinieran directamente de la primera división de sus respectivos países y que sus trayectorias fueran respetables, exitosas e incluyeran pasos por sus selecciones.

En 1987, el Aucas importó a uno de los mejores volantes que ha fichado el balompié local en las últimas cuatro décadas: el uruguayo Carlos Ernesto Berrueta, que tenía entonces 26 años y muchísimo fútbol en sus botines. Antes de venir estuvo en Danubio y Nacional de Montevideo (con el que ganó el título de 1983), y en River Plate de Buenos Aires. Con la selección charrúa fue campeón del Sudamericano Juventudes de América (torneo sub-20) de 1981, en Ecuador, junto con Enzo Francescolli, Jorge Polilla Da Silva, Nelson Gutiérrez, Santiago Ostolaza, entre otros. Berrueta jugó el mundial de la categoría.

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Con los auquistas, el Gringo Berrueta disputó tres sensacionales temporadas en las que hizo goles formidables —era un buen ejecutor de tiros libres— y mostró su gran calidad, con virtudes ofensivas y con capacidad de marca; pero también una parte oscura de su personalidad dentro de la cancha: un temperamento que lo hacía cometer excesos, porque no podía controlar su mal carácter. Liga de Quito llevó a Berrueta a sus filas para la campaña de 1990.

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Castigó a Barcelona SC

“Fue como pasar de Peñarol a Nacional. O viceversa”, dijo el domingo el diario El Observador, de Montevideo, en una extensa nota con Berrueta. “Fue una controversia tremenda, todo muy polémico. Pero pasé (al club azucena) y les tapé la boca a todos. Hacía 15 años que Liga no era campeón y ese año logramos el título. A mí me designaron el mejor extranjero, el mejor en mi puesto, segundo goleador con 20 goles, y la frutilla de la torta: que salimos campeones (ante Barcelona SC, triunfo por 3-1 en el Atahualpa; el uruguayo hizo dos tantos)”, cuenta el charrúa.

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El rotativo menciona que al Gringo “lo hizo debutar Luis Cubilla en la primera división de Danubio, siendo muy jovencito. Junto a su hermano Pedro lo llevaron de a poco, le dieron consejos para patear tiros libres y lo mandaron a la cancha, donde Carlos Berrueta siempre soñó estar. Dejó los estudios en quinto de escuela para consolidarse como futbolista. Fue campeón sudamericano juvenil en 1981 con la selección uruguaya y fue una de las ‘estrellas’ que contrató Nacional en 1983″.

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En 1986, Berrueta era capitán de Nacional. “Terminó el año y arranqué para Ecuador en 1987″, dice en la entrevista. Según El Observador, “en el fútbol ecuatoriano marcó una época. Primero en Aucas, donde jugó tres años”. Y luego Berrueta complementa con sus recuerdos: “Vinieron a buscarme Ernesto Guerra, uno de los técnicos más catalogados en Ecuador, y el presidente del club, Jaime Bowen. Me presentaron un proyecto y querían contar conmigo. Me gustó. A Quito lo conocía pero poco, al club no mucho; llegué y me adapté rapidísimo. Me fue recontrabien”.

Foto: Tomada de pbs.twimg.com

Vida de altos y bajos

Tres años en Liga, un viaje para unirse al Cúcuta de Colombia y, en 1994, un retorno a la escuadra universitaria. “Me fui a Quito porque el dueño del pase era la Liga. Ahí terminé mi carrera, por una lesión en la rodilla. No me pude recuperar, jugué algunos partidos pero siempre mal, hasta que los médicos me dijeron que era mejor abandonar la carrera porque podía ser hasta perjudicial para la salud”, menciona el oriental.

En Liga de Quito, Berrueta es un ídolo, tanto que la tribuna oriental lleva su nombre. “Eso muestra la magnitud de lo bien que me fue ahí”, dice orgulloso Berrueta. Pero no todo fue dulce tras colgar los botines.

En la nota de El Observador se narra que “hoy con 62 años y después de altos y bajos en su vida, se encuentra ‘clarito’ con ‘el rumbo fijo’. Es autocrítico: ‘Siempre gané bien, nada más que tuve una mala administración, pero siempre me hice valer y respetar. Los contratos los arreglaba yo cara a cara con los dirigentes. Igual, la diferencia de lo que se ganaba antes y lo que se gana ahora es abismal. Ahora quieren todos los millones juntos, sin tener fama’. Pero no se queja”.

Profunda depresión

Además, “en el 2004 los hinchas lo invitaron durante una semana para hacerle un homenaje en Quito y se quedó trabajando en la escuela de Liga de Quito”. Berrueta narra: “Trabajé un año con alrededor de 800 niños. Después, junto a un compadre, pusimos una escuelita con mi nombre, pero no funcionó. Aparte trabajaba en un colegio privado y dirigía la sub-20 del Aucas. En el final del campeonato echaron al técnico y dirigí tres partidos en primera”.

En el 2021, en plena pandemia de COVID-19, Berrueta cayó en una profunda depresión. “Estaba mal de la cabeza, tenía una depresión tremenda, se me fue el mundo. Cuando reaccioné con la ayuda de mis compañeros, me di cuenta de que podía haber hecho cualquier cosa en mi contra”, confesó en el rotativo.

En Ecuador se informó que incluso llegó a dormir en una plaza, pero él lo desmiente: “Lo inventaron. Dije que de la noche a la mañana me quedé sin nada, no sabía dónde estaba, me levanté una mañana y estaba muy mal”.

‘Gracias a Liga de Quito’

Al final, Berrueta cuenta que, a través del grupo multimedia Tenfield, le “consiguieron un apartamento” y que otra vez los hinchas de Liga de Quito le tiraron “una cuerda para ayudarlo”. “Me llamaron, que fuera a pasar unos días a Quito, y me hicieron una colecta económica. Recaudaron $ 14.000 y me lo dieron para que me comprara una camioneta y consiguiera trabajo. Me hacía falta trabajo, porque tenía apartamento, pero no tenía trabajo. Hoy en día, gracias a toda la hinchada de Liga y a muchos compañeros, estoy feliz nuevamente, recuperado, con trabajo y con la camioneta que me regalaron”.

Con la camioneta realiza fletes y es su sustento actual. “Después que dejé el fútbol pasé por esas cosas, algún trabajito en Ecuador, alguna cosita acá, pero desvinculado totalmente, solo dedicado a trabajar y compartir buenos momentos con mi familia”, integrada por su esposa, hijos y nietos. (D)