Por Alfonso Harb, periodista deportivo y expresidente de Barcelona SC, para EL UNIVERSO
El fútbol guayaquileño atraviesa una crisis profunda que no ha pasado desapercibida para quienes seguimos de cerca el devenir de los clubes más representativos de la ciudad.
Como periodista deportivo y expresidente de Barcelona SC, he tenido la oportunidad de reflexionar sobre las causas de este deterioro, que no se deben a un único factor, sino a una serie de problemas estructurales de fondo.
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En primer lugar, uno de los principales problemas que observo es la falta de dirigentes con perfil ejecutivo.
En décadas pasadas, los clubes fueron dirigidos por personas con una gran capacidad económica, liderazgo y una visión estratégica que permitió a los equipos mantenerse competitivos.
Pienso en figuras históricas como Antonio Briz, Munir Dassum, Omar Quintana, Nassib Neme, en Emelec; y en Barcelona SC a gente como Isidro Romero Carbo, Galo Roggiero o Juan José Vilaseca.
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Estos hombres lograron construir proyectos sólidos desde lo administrativo hasta lo deportivo. Hoy en día, esa clase de dirigente ha desaparecido y, en su lugar, hemos visto cómo los clubes son manejados por personas que no parecen tener la misma preparación ni el mismo compromiso.
La crisis de liderazgo es, en mi opinión, uno de los mayores obstáculos para que nuestros clubes se recuperen.
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El segundo punto que quiero destacar es la politización interna de los clubes. Esta es una de las plagas que más daño ha hecho en los últimos años. En muchos clubes, los socios parecen estar más interesados en obtener un puesto en la directiva que en realmente aportar a la estabilidad institucional.
El tercer factor tiene que ver con lo deportivo. En mi análisis, los clubes han conformado plantillas sin la calidad ni la jerarquía necesarias.
Hoy en día, vemos a muchos jugadores que no cumplen con el nivel esperado para defender la camiseta de clubes como Barcelona o Emelec, pero que, sin embargo, tienen salarios elevados.
Esto no solo afecta a la calidad del juego, sino que también agrava la situación financiera de los equipos. Los clubes gastan más de lo que ingresan, lo que no solo no mejora los resultados en el campo, sino que los coloca en una espiral económica negativa.
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El cuarto punto crítico es la falta de trabajo serio y sostenido en las divisiones formativas. Durante años, las canteras han estado abandonadas y no se ha hecho un esfuerzo real por formar jóvenes talentos que puedan llegar al primer equipo.
A menudo, los entrenadores no están interesados en promover jugadores jóvenes del club y, en algunos casos, las personas encargadas de las formativas priorizan recomendar a los jugadores a otros clubes, incluso a costa de los intereses de sus propios equipos.
Finalmente, una de las soluciones que considero más urgentes es la adopción del modelo de sociedades anónimas deportivas. La Ley del Deporte que impulsé en 2005 contemplaba esta figura, pero lamentablemente ningún club decidió aplicarla.
Sin embargo, hoy en día, el nuevo marco legal ofrece una oportunidad que no debemos dejar pasar.
De hecho, como comenta el abogado especializado en derecho deportivo Christian Morales, este modelo podría ser la solución estructural que tanto necesitamos.
La creación de sociedades anónimas implicaría una reforma profunda en la estructura de los clubes, permitiendo su profesionalización y la entrada de inversionistas que ayuden a superar los problemas institucionales.
Aunque el proceso puede tomar meses, la intervención de entidades como el Ministerio del Deporte y la Superintendencia de Compañías puede facilitar la transición. Es una salida viable para la crisis que enfrentan los clubes guayaquileños. (O)

























