Cuando un futbolista extranjero, con algún episodio destacado en su trayectoria usado como carta de presentación, era contratado por un equipo nacional y fracasaba en el país –porque los antecedentes inmediatos indicaban que no era aconsejable el fichaje– el periodista Mauro Velásquez Villacís aseguraba, en una clásica teoría que repitió durante muchos años, que la equivocación se producía por una razón: “Los dirigentes del balompié ecuatoriano suelen contratar (foráneos) basados en lo que estos fueron, no en lo que son”.

Es decir, prevalecía el pasado del jugador, no su presente dudoso. ¿Un ejemplo? El argentino Rolando Zárate, el peor fichaje en la historia canaria, llegó en el 2008 promocionado como exdelantero del Real Madrid –su estancia ahí fue apenas anecdótica–.

Pero la directiva torera que tuvo a Eduardo Maruri como presidente; a Luis Noboa, vicepresidente; y Antonio Noboa, como titular de la Comisión de Fútbol, asumió que Roly “era la mejor contratación por su hoja de vida (entiéndase, por su pasado)”, como dijo Maruri en julio del 2009. Así se justificó el que es el más caro y perjudicial despilfarro canario en la historia. El pase de Zárate costó $ 900.000 y le ganó al club una demanda por $1,6 millones. Hizo solo cinco goles y estuvo más tiempo lesionado que en la cancha.

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Barcelona recontrató a Jonatan Álvez en el 2019 por lo que fue, por un éxito deportivo pretérito como delantero amarillo. La directiva de José Francisco Cevallos, sin embargo, no reparó en que el uruguayo, transferido al Junior, marcó dos goles con los de Barranquilla. Y que en Inter de Porto Alegre anotó cuatro. Su regreso se dio por su pasado: 46 tantos entre el 2016 y el 2017.

Pero lo más importante que no se tomó en cuenta es que habían conseguido deshacerse de un futbolista de indisciplina recurrente. En agosto del 2017 Álvez le reclamó airadamente al técnico Guillermo Almada por cambiarlo en el minuto 80 en un duelo ganado 2-0 a Clan Juvenil, como visitantes.

Al dirigirse a la banca el charrúa le dijo algo a Almada, quien se levantó visiblemente molesto y mantuvo un intercambio verbal con el futbolista. Tras breves segundos sentado, lejos de tranquilizarse, se levantó e intentó ir contra su DT. El ofuscado Álvez fue contenido por Oswaldo Minda y Roosevelt Oyola cuando intentaba lanzarse contra Almada.

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¿Cómo pudo traerlo Barcelona con un antecedente de indisciplina tan grave? “¡Cuánto nos gustaría contar con un jugador de la categoría de Jonatan! Ya tuvimos la posibilidad de disfrutarlo”, dijo Cevallos en julio del 2019, poco antes de volver a ficharlo.

Hoy, el error amarillo está a la vista. La contratación basada en lo que fue y no en lo que Álvez se convirtió en Colombia y Brasil implica pagarle un sueldo mensual, según datos de la auditoría de la firma PKF, con corte hasta septiembre del 2019, de $49.940. A cambio tiene dos goles en la LigaPro.

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Y a su historial de mala conducta le ha sumado una sanción interna por no someterse a una prueba de COVID-19, en agosto pasado, y no ser convocado para el juego perdido contra Olmedo, el vienes anterior, por llegar tarde a una práctica de Barcelona. (D)