El fútbol ha venido operando a su placer, libre de controles, y por ejemplo, los carteles de la mafia encontraron la ‘lavandería’ más utilitaria y también con apuestas clandestinas que cambiaban resultados sin que nadie lo notara. Se llegó al colmo cuando los propios organizadores, dirigentes más condecorados que el general Douglas MacArthur, saquearon las arcas al deporte al que le confesaron fidelidad y amor eterno.