Lo dijo Diario EL UNIVERSO el pasado miércoles 14 de agosto en su sección deportiva: “Tras una década de protagonismo sostenido, que no tiene precedentes en la historia del campeonato nacional (en diez ediciones, del 2009 al 2018 fue cuatro veces campeón, logró cinco subtítulos y un tercer lugar), en este 2019 Emelec ha puesto en riesgo dos récords que ningún otro club del país ostenta: diez campañas consecutivas en el podio y una decena de clasificaciones seguidas a la Copa Libertadores. Tal vez los continuos éxitos deportivos de Emelec –que además desde el 2009 empezó a afianzarse institucionalmente, dejó atrás épocas de crisis económicas, remodeló y modernizó el estadio Capwell, transfirió por casi $ 45 millones a varios futbolistas y firmó acuerdos de patrocinio con empresas multinacionales de prestigio– hacen parecer que los momentos desastrosos del club son más lejanos en el tiempo de lo que en verdad son”.

Hoy el equipo eléctrico trata de alcanzar un boleto en los playoffs. Para ello deberá ser al menos octavo, pero se halla en décimo lugar y su rendimiento apenas alcanza el 40,9%. Está a cinco puntos de la Liga de Quito, que ocupa el casillero número 8, y hoy debe jugar de visita ante el líder, Macará de Ambato. La posibilidad de remontar la mala racha debe empezar hoy, pues una derrota sepultaría a Emelec de modo definitivo.

¿Qué ha ocurrido en Emelec en este año, el primero de frustraciones en una década? Hablemos claro. Nassib Neme fue presidente de la Comisión de Fútbol del club desde el 2009 y asumió la presidencia millonaria en el 2011, por renuncia de Elías Wated. Los eléctricos fueron campeones en el 2013, 2014, 2015 y 2017; subcampeones en 2010, 2011, 2012, 2016 y 2018. Una década memorable para la institución. ¿Significa esta campaña –que no termina aún– el fin de una era? Parece que sí, pero también podría ser la del nacimiento de otra, bajo nuevos proyectos, con un examen de los errores cometidos en el 2019 y una limpieza del plantel para fumigar a los irresponsables, a los que se niegan a comprometerse con el honor de la divisa y los que se creen cracks con egos autofabricados ante el espejo mentiroso de la madrastra de Blancanieves.

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Algo parece haberse roto luego de la eliminación de la Copa Libertadores, ante Flamengo, en dos partidos en los que los árbitros metieron la mano para favorecer al poderoso, como ocurre siempre en Conmebol, entidad en la que parece revoloteara aún la siniestra sombra de Nicolás Leoz, Eduardo de Lucca, Romer Osuna y otros que la hirieron de muerte con las armas de la corrupción. Son otros los personajes de hoy, pero el espíritu de discriminación y digitación de partidos es el mismo. Lo probó el arbitraje del argentino Néstor Pitana, aquel día del partido en el Maracaná, cuando fabricó un penal a favor de los cariocas y se negó obstinadamente a revisar su fallo en el VAR.

Disputas en el vestuario luego de ese juego de vuelta en Brasil, asignación de culpas por los penales fallados dividieron lo que antes fue unidad. Desde entonces cada uno de los futbolistas de Emelec decidió remar por su lado sin importarles que la embarcación hiciera agua y pudieran terminar ahogados todos. Es la clásica falta de honor profesional y el escaso compromiso con el club que les paga y los saca de la pobreza, un germen infecto que pudre el alma de la mayoría de los jugadores.

De esta catástrofe que parece sobrevenir sobre Emelec no se salvan los dirigentes. Ellos tienen su cuota de culpa y muy grande. Deberán replantear todo aun cuando –milagro de por medio– logren entrar a los playoffs del campeonato. Ellos son los que autorizan los fichajes, generalmente a pedido de los entrenadores, solo examinan ciertas virtudes técnicas, pero nunca escarban en lo que está más allá del balón y de la cancha.

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El 6 de julio del 2013, en esta columna, reproduje las declaraciones del exvolante argentino Patricio Hernández, entrenador y periodista a ratos, una celebridad en su país, en México y en Italia, quien daba algunos consejos para aplicar a la hora de contratar jugadores de fútbol. Según Hernández, lo primero que hay que valorar es su calidad humana. Es decir, sus valores espirituales, su capacidad de ser amigo y compañero, su habilidad para jugar en equipo. “No sirve aquel que busca brillar él solo, que no acude en auxilio de sus compañeros en situaciones comprometidas”, recalcaba

Otro valor decisivo, dijo Hernández, para elegir a un jugador es su profesionalismo, el nivel de respeto por su actividad, la dedicación a las prácticas, el cuidado personal para estar siempre en óptimas condiciones físicas, el rechazo a la francachela y la vida disipada.

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Otra condición imprescindible, según Hernández, es el concepto que el futbolista tenga del esfuerzo, del sudar la camiseta hasta la última gota, de la entrega sin reservas a la causa del equipo, sin pausas, sin lagunas durante los 90 minutos como muestra de solidaridad con los otros miembros del equipo. Finalmente hay que tener en cuenta el talento, dijo, y concluyó con estas palabras: “Si un jugador talentoso, inteligente no tiene las cualidades que he citado, a mí no me sirve. Otros técnicos pueden tener un criterio diferente y yo los respeto, pero este es mi modo de pensar”.

Emelec contrató una docena de nuevos jugadores para el 2019, pero muy pocos respondieron a las cualidades indispensables que mencionó Hernández. Algunos de ellos ya fueron despedidos, pero quedan en el plantel otros que se creen más importantes que el equipo y más grandes que la propia historia del Club Sport Emelec.

¿Y el entrenador? El español Ismael Rescalvo trabaja hoy con lo que recibió después de la renuncia del argentino Mariano Soso. Este se fue en medio de severas críticas, pero dijo algo que hoy repite Rescalvo: hay jugadores que quieren hacer lo que les viene en gana, que no repiten los movimientos que se entrenan y que juegan con displicencia. Al final de la temporada la directiva deberá cesarlos porque su conducta no da la medida de la historia azul.

Si los dirigentes quieren encontrar un remedio a lo que ocurre hoy deberán volver los ojos a las divisiones formativas. A las lecciones que dejaron Mariano Larraz o Manuel Chamo Flores. Con Larraz saltaron a la primera categoría Jorge Bolaños, Juan Moscol, Galo Pulido, Carlos Maridueña, Felipe Mina y otros históricos. Con Flores surgieron Israel Rodríguez, Jorge Valdez, Wellington Valdez, Kléber Fajardo, Ricardo Armendáriz, Ecuador Figueroa, más otros de igual nivel. Estos sí sentían el calor de la camiseta y la responsabilidad de llevar el escudo a la altura del corazón.

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La temporada 2020 será el termómetro para medir si los dirigentes y el técnico asimilaron la lección. No siempre es posible mantener en la cima a un equipo durante tantos años. Le pasó a Real Madrid el 2018 y lo citamos solo como ejemplo. Del 2009 a 2019 Emelec ha logrado ocho victorias oficiales ante equipos brasileños, dos ante los uruguayos y cuatro ante los argentinos en los torneos de Conmebol, para hablar de equipos de estos tres países. Eso es más de lo que el club millonario consiguió entre 1960 y 2008.

El futuro está en manos de los dirigentes eléctricos y de los seguidores del club, que deben recordar lo bueno, sopesar los errores y exigir la salida de los captadores de dólares que no se comprometen con la enseña de los azules. (O)