Una bicicleta que rodaba sin neumáticos le hace recordar su niñez. Sobre ella, rescatada de la chatarra y que aún se conserva, pedaleó el ecuatoriano Richard Carapaz, quien podría convertirse el domingo en el segundo latinoamericano en conquistar el centenario Giro de Italia.

"La tenemos como reliquia de la familia", dice a la AFP Cristina, una de las dos hermanas de Carapaz, al mostrar la vetusta BMX de color azul, cuyas ruedas están tomadas por el óxido.

Cuando era niño, 'Richie', que el pasado miércoles cumplió 26 años luciendo la 'maglia' rosa de líder de una de las más importantes competiciones del ciclismo mundial, sufrió el robo de la única bicicleta de la familia.

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Hace unos 15 años, su padre Antonio, dedicado al transporte de chatarra a la vez que agricultor, llegó a casa, en la localidad andina de Playa Alta (en la provincia ecuatoriana de Carchi, norte y fronteriza con Colombia), con un cargamento del que la pequeña BMX fue recuperada sin asiento, ni frenos ni pedales.

Carapaz, conocido como 'La Locomotora' por su fortaleza para escalar, se dio modos para ponerla a rodar así como estaba, en "esqueleto", ascendiendo y descendiendo polvorientos y empedrados caminos de su humilde caserío, asentado sobre los 3.000 metros de altura.

Tal era la condición de la bicicleta, que frenaba con las suelas sobre el aro.

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"Mi bici era especial", sostiene en un reciente video divulgado a través de su cuenta en Twitter Carapaz, quien aspira a emular la gesta de Nairo Quintana en 2014, cuando el colombiano se convirtió en el primero latinoamericano en ganar el Giro.

"Recordar es vivir"

La vieja BMX "es única", indica a su vez Cristina, de 27 años. En 2017, cuando 'Ri' -como la familia le llama por "cariño"- ya militaba en el equipo español Movistar con el que ahora se destaca, ella y una prima limpiaron la bicicleta abandonada en el rincón de una bodega.

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Ahora es conservada dentro de casa y, en una ocasión en que Carapaz -cuarto en el Giro de Italia de 2018 y líder de la edición de 2019 desde la decimocuarta etapa- vio su bicicleta, exclamó "recordar es vivir", cuenta Cristina.

En paredes de la humilde casa de los Carapaz, asentada en una colina desde la que se divisan verdes montañas, cuelgan medallas y cuadros con fotos, recortes de prensa y camisetas del ciclista como la 'maglia' blanca que consiguiera en 2018 por ser el mejor juvenil del Giro. La malla lleva una dedicatoria: "Con mucho amor para mis padres Ana y Antonio".

También adorna el maillot con la que ganó la Vuelta a Asturias en 2018, otra dedicada a sus progenitores por parte de 'La Locomotora', que hasta la adolescencia ayudó a la familia con el sacrificado trabajo en el campo, que le enseñó a esforzarse para conseguir sus metas.

Carapaz, casado con la ecuatoriana Tanya Rosero y con dos hijos (Santiago, de cinco años, y Sofia, de dos), hizo "bici por hacer" hasta los 15 años de edad. "Tengo que comerme al mundo con la bici", decidió entonces, como él mismo relatara, militando en los equipos ecuatorianos Panavial y RPM.

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En 2015 pasó al colombiano Strongman-Campagnolo, que al siguiente año lo dejó ir al español Lizarte, en el que estuvo unos meses como escalón previo al Movistar.

Cristina, quien por las circunstancias se ha convertido en una especie de relaciones públicas del pedalista en Ecuador, señala que Lizarte invitó a Carapaz por seis meses a prueba y sin sueldo. "Como siempre ha sido arriesgado, Richard dijo: 'me voy'", anota.

Gran escalador

"Es un gran escalador, tiene una gran potencia en los remates de alta montaña, es un corredor que se defiende bien en la contrarreloj", expresó a la AFP el técnico colombiano Luis Alfonso Cely, quien lo dirigió en el Strongman-Campagnolo.

Agregó que su expupilo "es una persona muy tranquila. Pienso que tiene la cabeza suficiente para poder asumir" con serenidad lo que significa la posibilidad de subir al podio en el Giro de Italia.

Los padres, la esposa y los hijos de 'La Locomotora' están en ese país, y cuando regrese será recibido por la familia con su comida preferida: Cuy (conejillo de indias) a la brasa, acompañado de papas, mellocos y habas, y el endulzado morocho (maíz duro) con leche.

Y volverá a ser homenajeado por los vecinos del empobrecido caserío de Playa Alta, donde se dedican al cultivo de papa y Carapaz tiene una escuela de ciclismo que lleva su nombre y en la que practican una docena de estudiantes de nueve a 17 años.

'La Locomotora' apuntó por Twitter: "Quiero ser ejemplo de esos jóvenes, de esos niños, de que si tienen un sueño en la vida que luchen, trabajen por el".

"Los sueños se hicieron para cumplirse", sentenció. (D)