Jorge Valdano, campeón del mundo con Argentina en 1986, y ganador de títulos con el Real Madrid como futbolista y DT, habló con el periodista Pablo Chiappetta, del diario deportivo Olé, de Buenos Aires, sobre las repercusiones de la final de Copa Libertadores en que River Plate derrotó 3-1 a Boca Juniors, en el estadio Santiago Bernabéu, el domingo anterior. El exdelantero y autor de varios libros, lamentó que ese juego saliera de su país para jugarse en Madrid. Cree que Marcelo Gallardo, técnico de River, está listo para dirigir en Europa.

¿En qué lugar de la historia colocaría a este River multicampeón de Gallardo?

No sabría hacerlo. Ganó un partido muy importante, uno relevante, quizás el más grande de la historia para los dos clubes y eso genera un impacto. Pero creo que todavía no tenemos claridad para darle a este River Plate un lugar definido en la historia.

Publicidad

¿No es poco haber roto el paradigma de la paternidad que tenía Boca?

Eso es cierto, pero hay una clave que es estrictamente futbolística y ahí La Máquina (el River de 1942 a 1946, de la célebre delantera con Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lostau) es imbatible porque generó una cultura alrededor de su estilo. Ahora, esto tiene efectivamente muchísima relevancia a partir de este duelo que se llevó. De todas maneras, lo que no podemos es encontrarle un lugar en la historia a un equipo por un resultado. Si perdía River, Plate estaríamos volcando la entrevista hacia el lugar que ocuparía Boca. Quiero decir: hemos agigantado tanto este partido que parece que aquel que lo ganaba conquistaba la historia del fútbol. Dejemos aplacar esa percepción y luego ya le buscaremos un lugar.

¿Cree que la final de la Copa se sobredimensionó?

Publicidad

Lo sobredimensionaron las circunstancias. Desde el punto de vista de las percepciones, toda esta historia que hemos vivido alrededor del clásico nos deja para mi manera de ver la siguiente impresión: se debilita Argentina como país, que no es capaz de organizar un gran partido de fútbol; se debilita la Conmebol por no saber defender su competición en su continente; y Boca Juniors y River Plate se fortalecen tremendamente como marcas porque el partido terminó teniendo una dimensión universal. Generó una expectativa en Europa que nunca había generado la Copa Libertadores. Ahora, reconozcamos que a ese reconocimiento nos llevó el espanto (de la violencia en Argentina), no la virtud.

¿Tanta expectativa quedó satisfecha con el juego?

Publicidad

El partido fue creciendo a medida que avanzaba. El primer tiempo fue muy táctico, muy trabado, muy emocional y creo que el terreno de juego, con hierba corta y húmeda, atentó contra el fútbol. Los dos equipos estuvieron obligados a jugar a una velocidad por encima de la que se pueden permitir. Y eso los hizo muy imprecisos. Luego la épica le fue ganando al partido, que entró en otra dimensión a partir del gol de Darío Benedetto. Más adelante ocurrieron dos cosas, las dos prácticamente en un mismo momento: la salida de Benedetto, que me dio la sensación de que estaba acordada porque fue en el minuto 60, y la entrada de Juan Fernando Quintero. Ingresó a la cancha un jugador capaz de eliminar a otro, un gambeteador, y le abrió un panorama totalmente nuevo al partido. Cada vez que tocaba la pelota, el partido se clarificaba.

¿Le entristeció que nos hayan robado el partido o, mejor dicho, que nos hayamos dejado robar?

Sí, claro. Me pareció una vergüenza directamente. Desde un punto de vista egoísta que me lo trajeran a domicilio fue como sacar la lotería, pero entiendo que esto fue una auténtica rendición. El fútbol argentino se rindió a cien tipos que tiraban piedras. Cuarenta millones pagaron por la locura de cien. Y para eso tiene que fallar la Justicia, los cuerpos de seguridad, la organización, la cultura. Todo eso me parece una pésima noticia para lo principal de un país, que es la convivencia.

¿Le sorprendió que jugara Quintero como para decirle a Florentino Pérez que lo comprara para el Madrid?

Publicidad

Sí. Jugó con mucha naturalidad y en un partido que estaba rodeado de tanta tensión eso tiene un valor supremo. Debo decir que yo no tengo la retina acostumbrada al fútbol argentino y sudamericano, pero me volvió a admirar la entrega, el oficio del jugador argentino, lo bien que cuerpea, cómo pelea cada centímetro del terreno de juego. En fin, hasta el criterio arbitral me sorprendió: mucho más laxo de lo que se ve en Europa. Y luego la personalidad: chicos muy jóvenes como Nacho, Palacios o Gonzalo Pity Martínez, que buscaban la pelota con desesperación. El equipo no los encontraba, pero no era porque ellos no intentaran entrar en contacto con la pelota. Es gente que no se esconde nunca y para mí eso tiene un valor muy grande en el fútbol.

¿Es demasiado cruel que este resultado pueda provocar un sismo?

No va a ocurrir nada que no supiéramos que fuera a ocurrir. Que para el perdedor esto sería una condena y con esa carga jugaron al fútbol los dos equipos la final.

¿A Gallardo lo descubre ahora como técnico?

No. Admiro su inteligencia, sensibilidad y discreción. Me parece que merece estar entre los grandes de la historia de River. Es el (Ángel) Labruna de estos tiempos (como DT ganó seis títulos de 1975 a 1980).

¿Lo ve pronto dirigiendo en Europa?

No lo sé. Capacitado para dar el salto está. Pero ahí hace falta la decisión del entrenador y la capacidad de adaptación para un fútbol que maneja claves distintas. Ahora entrenar un equipo europeo es como entrenar una multinacional. O sea, integrar lo diferente empieza a ser un problema cultural no solo estrictamente futbolístico. (D)

Gallardo tiene una autoridad ganada en la historia de River. Es otro de los hombres que salió prestigiado del Santiago BernabéuJorge Valdano, campeón del mundo