La gente llega sobre la hora al Camp Nou. Si hasta faltando menos de diez minutos parece que el gigantesco estadio lucirá semivacío. Sin embargo, en pocos instantes se completa el 90 o 95 por ciento de las localidades. Más en una noche de Champions como la del miércoles ante el Inter de Milán. Y al final se desconcentra rápido. No hay aglomeraciones pese a que suele completarse en sus 99.354 lugares (lo que seguramente sucederá hoy en el clásico ante el Real Madrid). Hemos visto muchos estadios, nunca uno tan grande. Ni los de Rusia 2018 ni el Maracaná ni el Azteca. O al menos no nos parecieron más amplios.

Lo notable es que, pese a su elefantismo, ofrece una visión óptima desde todos lados. Al finalizar esta temporada, en junio del 2019, comenzarán las obras del Nou Camp Nou, que aumentará su capacidad a 105.000, tendrá una cubierta de polímero termoplástico y policarbonato que abarcará todas sus tribunas, modernizará sus áreas de servicio y agregará nuevas, incorporará más ascensores y escaleras mecánicas para brindar máxima comodidad. “Ya comenzaron a desmontarse algunos sectores internos, aunque la remodelación formal empezará en unos siete meses”, nos dice un funcionario del club. Y se hará por sectores para que el FC Barcelona pueda seguir jugando allí hasta su reinauguración, a mediados del 2023.

La obra está presupuestada en 630 millones de euros. Los directivos, se comenta, desean que Messi renueve contrato por dos años más (tiene hasta 2021 y buscarían estirarlo hasta 2023), para que esté jugando al momento de cortar las cintas. Messi tendría entonces 36 años. Quién sabe…

Publicidad

El coloso seguirá siendo la máxima referencia del cotizado distrito de Les Corts, de Barcelona y de Cataluña. Miles de turistas lo visitan al día y compran todo tipo de souvenirs. Y en los días de partido llegan cantidades de aficionados japoneses y chinos.

El Barça es una marca planetaria, la que más ha crecido en los últimos 15 años. Hasta ese momento, Real Madrid era el número uno absoluto fuera de España, desde Ronaldinho, Messi, Xavi, Iniesta y Guardiola, el Barsa no solo descontó ventajas, volcó la tendencia.

Ese monstruo que engulle cien mil almas como si nada vibró el miércoles pasado en la fenomenal actuación frente al Inter, porque el Barça tiene eso: puede fichar mal, equivocarse con los técnicos, pasar por un momento flaco o ver cómo el Madrid, con menos juego, hilvana cuatro Champions en cinco años, pero el día que suenan los violines azulgranas, el fútbol pasa de deporte a expresión artística. Y eso no puede ni soñarlo el Madrid. Es patrimonio de este club. El Madrid es sexo, el Barça es sexo con amor.

Publicidad

El marcador le fue mezquino, jugó para 6 a 0, llegó solo a dos. No obstante, el barcelonismo latió especialmente con un jugador: Arthur Melo, el volante brasileño llegado de Gremio.

Ya le llaman “el nuevo Xavi”, por su parecido en el juego, su fantástica relación con la pelota, el manejo de los ritmos, el dominio del terreno y del partido. Dio un show de bola. Fue su noche consagratoria y el Camp Nou le hizo saber a Ernesto Valverde que ya es un intocable y no quiere que lo saquen. Porque por segunda vez consecutiva en cuatro días el DT lo reemplazó siendo la figura del campo (esas insondables decisiones de los entrenadores que luego se solucionan en la conferencia de prensa diciendo “tenía una sobrecarga en los gemelos” o “lo vi cansado”…). Lo hizo ante el Sevilla y repitió con el Inter, Valverde.

Publicidad

Y a la gente no le gustó nada, tronó su escarmiento: Arthur era el crack en un partido con al menos otros siete destaques: Ter Stegen (pasa un momento mágico salvando goles y es cada día más arquerazo), Piqué, Lenglet, Jordi Alba, Busquets, Rakitic y Suárez.

Ya le llaman “el nuevo Xavi”, por su parecido en el juego, su fantástica relación con la pelota, el manejo de los ritmos, el dominio del terreno y del partido.

Lo del campeón de la Libertadores fue superior a todos. Pasa estupendamente la pelota –dio 83 pases buenos y apenas 4 malos– y no se la pueden sacar, sabe protegerla. Es muy brasileño con ella.

Cuando lo reemplazó Arturo Vidal lo ovacionaron las cuatro bandejas del coloso. Una declaración de amor, el bautismo de un ídolo que nace. Ninguna de las numerosas tiendas adyacentes tiene la camiseta con su nombre y el número 8. Seguro aparecerán hoy en la previa del clásico.

Parece el perfecto antiatleta Arthur, ancho de cintura, sin velocidad, sin agilidad física ni salto (difícilmente haga un gol de cabeza en su vida), sin embargo, cuando le llega la redonda el público empieza a palpitar, a esperanzarse. En tándem con Busquets y Rakitic compuso un mediocampo pleno de sabiduría y toque. Resultó un castigo para el Inter, que casi no pudo tocar la herramienta.

Publicidad

En agosto recién cumplió 22 años, Arthur, tiene el estrellato frente a él. Y es un muchacho tranquilo, siempre sonriente, con arrogancia cero. Logró en cuatro partidos lo que a otros les lleva una carrera. O no lo logran nunca: enamoró a la nación blaugrana. Ya sobrepasó en la consideración a su compatriota Coutinho, hombre muy técnico, aunque considerablemente tibio también. Y que costó 160 millones (Arthur fue fichado por 31, con 9 más por objetivos).

Frente a ese mediocampo que es casi una exageración de técnica y talento, un equipo italiano timorato y mezquino que ni siquiera se atreve a darse la posibilidad de una sorpresa. Buscó conceder lo menos posible y terminó concediendo una docena o más de situaciones de gol. Se sienten bien jugando sin la pelota los italianos. Pobre autoestima.

Compartimos ascensor con Hristo Stoichkov (vive aquí y viene a todos los partidos), estuvimos en el palco de prensa al lado de un crack fenomenal, Michael, Laudrup, también exbarcelonista y ahora periodista. Y nos topamos con Jorge Valdano, exquisita persona y fantástico producto del fútbol: jugador, entrenador, dirigente, periodista, escritor, todo en rango de campeón. “Lo de Arthur fue espectacular –nos dijo–. Y el Barsa tiene el tesoro de su estilo. Incluso si le toca andar mal puede refugiarse en el estilo. El Real Madrid no lo tiene y si sus grandes individualidades no están bien, lo sufre”.

El Barça salvó su primer escollo sin Messi ganando, sus hombres parecieron juramentados por demostrar que sin el genio también pueden hacer cosas buenas.

Y han enderezado un inicio de temporada plagado de dudas. Hoy va por el superdesafío: el Madrid, y sin Leo. Si le gana, se le escapa en la tabla y lo hunde. Especialmente, al técnico. Lopetegui está en manos de Dios. Ante el Barça, es su día D: o vive o le quitan el respirador. (D)