Han pasado ya ocho años desde que en las columnas de este Diario apareció mi artículo titulado ‘Se está gestando una ley estatizante”. El examen del proyecto, que estaba en manos de la Comisión de Deportes de la Asamblea Nacional, permitía advertir que la garra siniestra del correato iba a caer sobre el deporte para apropiarse de todos los estamentos, desde las ligas barriales al Comité Olímpico Ecuatoriano (COE).

Para un gobierno absolutista y autoritario es imprescindible dominar todas las instituciones del Estado. No puede existir el más leve resquicio de autonomía, y el deporte, con toda su influencia social y atractivo popular, era un bocado apetitoso para los tiburones de la dictadura. La Asamblea aprobó la Ley del Deporte vigente y el partido de gobierno se frotó las manos.

Como ocurrió en el país durante la ‘década ignominiosa’ no se reparó en la legalidad y moralidad de los recursos para terminar con la independencia de los organismos deportivos. Bastaba solo que aparecieran los integrantes del ‘comando’ arrasador y obediente de las consignas de la élite. Y apareció al frente de esa unidad un ministro del Deporte nombrado al apuro, luego de haber protagonizado uno de los episodios más bochornosos de la historia en una cancha de fútbol.

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Un ‘consejo de burócratas’ dispuso lo que debía hacerse: descabezar a 40 federaciones ecuatorianas y nombrar interventores encargados de convocar nuevas elecciones, pese a que los periodos de los directorios intervenidos –salvo uno que otro– estaban vigentes. El paso siguiente fue forzar al presidente del Comité Olímpico a renunciar y convocar a una asamblea para elegir un nuevo directorio. Para evitar disidencias futuras el nuevo presidente era –y es actualmente– el segundo de a bordo del Mindeportes.

Así todo quedaba en casa, tanto que luego de algunos sucesores, la cartera de Deportes fue a parar a la tesorera del COE intervenido, quien fue más tarde secretaria del COE al mismo tiempo que ejercía el ministerio. Ahora, desaparecido el ministerio y convertido en secretaría “con rango de ministerio”, sigue siendo secretaria del COE, pero con “licencia”. Algo así como ser zaguero central, árbitro y juez de línea al mismo tiempo.

La actual Ley del Deporte, fraguada por la voracidad de dominio dictatorial del correato, pudrió y envenenó todo el entorno. En el partido de gobierno todos querían ser dirigentes deportivos, bastaba apenas la credencial carné de Alianza PAIS aunque se ignorara todo acerca del deporte. Algunos alegaban haber practicado un mes alguna rama deportiva, o ser pariente de algún personaje influyente en las altas esferas. El secreto estaba en que la malhadada ley confería –y confiere– una mayoría electoral a la burocracia estatal.

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¿Un ejemplo? La ahora empresaria Pierina Correa se empeñó en apoderarse de la Federación Deportiva del Guayas y se hizo nombrar representante del Ministerio de Salud y en esa condición resultó electa presidenta. Nuestro Diario ya denunció el desastre en que se debate el deporte guayasense, aunque se proclamen resultados victoriosos en rayuela y carreras de triciclos. El básquet, béisbol, boxeo, atletismo, el fútbol federativo y muchos otros deportes en sus torneos de la categoría sénior son solo un recuerdo doloroso. Con enorme cinismo a esa guillotina de la grandeza deportiva de Guayaquil se la ha bautizado como ‘La Nueva Era’.

Son muchas las columnas que he dedicado al fracaso deportivo que vivimos desde que el exministro José Francisco Cevallos soltara la cuerda de la guillotina intervencionista contra las federaciones ecuatorianas e iniciara el proceso de estatización del deporte. Pocos exdirigentes se solidarizaron con mis denuncias, tal vez por quemeimportismo, quizás por temor prefirieron callar. Pero el viernes último, en estas páginas se publicó una entrevista con César Pólit Ycaza, autor del mejor libro publicado hasta hoy en cuanto a análisis crítico de la institucionalidad jurídico-deportiva en el Ecuador: Estado y deporte. Amigos y enemigos íntimos, una obra en dos tomos imperdible para quienes quieren entender cómo se maniobró para que el correato perfeccione su codicia usurpadora. Es posible que algún día conozcamos la naturaleza de la “intimidación” que sufrió el anterior presidente del COE, Danilo Carrera, para que renuncie, según Pólit Ycaza.

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Pólit, exvoleibolista de alto rendimiento, exdirigente nacional e internacional, hombre de vasta cultura universitaria, coincide en la entrevista con muchas de mis denuncias. Cuando el periodista le pregunta sobre el fracaso del Ministerio del Deporte contesta: “Nació mal. No hubo una visión clara de lo que se quería del deporte y la gente que lo encabezó era improvisada. Algunos creían que suficiente mérito era haber practicado deportes, pero hubo hechos vergonzosos por falta de capacidad de gestión. No tuvieron nunca claro el rol del Estado ni del deporte y se dedicaron a servir a intereses políticos y proselitistas. Y como funcionarios pusieron a sus amigos para que sirvan a la causa política de turno”.

Sobre el papel del exministro que llevó a cabo el abordaje político de los organismos deportivos Pólit declara: “Él cumplió un libreto. No lo conozco más allá de que fue futbolista, pero a Cevallos no le reconozco ejecutorias como para haber sido el gran gestor del proceso atrabiliario que él lideró. Respondió a consignas políticas. Se valieron de vacíos legales para la intervención bajo el pretexto de que estaba amenazado el patrimonio de las entidades deportivas, cosa que no sucedía. Y cuando sí sucedió, como en la FEF, no actuó con sindéresis”.

El Gobierno nunca intervino en la Federación Ecuatoriana de Fútbol, pese a las denuncias sobre inmoralidades y actos delictivos como aquellos que en esta columna bautizamos como los de los Muertos Vivientes y los Niños con Bigotes. Tampoco lo ha hecho ahora después de los graves sucesos derivados del contrato con GolTV (no hemos vuelto a oír del juicio por desacato contra el presidente de la FEF. ¿Se cansaron el denunciante y el fiscal?). El juicio y la sentencia contra Luis Chiriboga, expresidente de la FEF, no se debió a una investigación del Ministerio del Deporte o de la Fiscalía General. Lo supimos por las denuncias públicas de la fiscal estadounidense Loretta Lynch, quien envió toda la documentación a nuestro país, pero las autoridades se demoraron más de tres meses en iniciar las acciones legales.

Hoy salta a la conciencia del país un escándalo de un supuesto arreglo de resultados. Ha tenido que intervenir la Liga Profesional ante la pasividad de la Ecuafútbol, que siempre aparece tarde y mal. Un jugador evade el control de dopaje sin cumplir con el reglamento, a pretexto de una lesión. Barcelona alega que podría acabar quebrado si persiste un juicio por un contrato misterioso, pero no revela otro peor que aquel que la actual directiva celebró con Percrea, una empresa de los hermanos Alvarado Espinel, coidearios de José Francisco Cevallos, hoy precandidato a la prefectura del Guayas por el partido del presidente Lenín Moreno.

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Las condiciones de este contrato, aparentemente lesivo a la economía del club, fueron revelados por el blog 4Pelagatos, pero hasta hoy se sabe cuánto ha pagado Barcelona a los hermanos Alvarado. Un misterio gozoso del desastre deportivo como el del déficit del ídolo del Astillero que, según dijo Cevallos solo lo revelará a fines de marzo de 2019, cuando hayan pasado los comicios a prefecto. (O)

El misterio gozoso de un desastre deportivo como el del déficit de Barcelona solo lo revelará, según dijo Cevallos, a fines de marzo de 2019, cuando hayan pasado los comicios a prefecto.