Para César Pólit Ycaza, autor del libro Estado y Deporte. Amigos y enemigos íntimos, el Ministerio del Deporte (ahora es Secretaría) aquí “nació mal. Creíamos que iba a resolver los problemas del deporte del país, pero los agravó”.

Según explicó el expresidente de la Asociación Provincial de Voleibol, de la Federación Ecuatoriana de esa disciplina, secretario nacional del Deporte (en 1996) y exdirector de la Comisión Organizadora de Eventos de la Confederación Sudamericana de Voleibol, “ser ministro no es cuestión de haber sido buen deportista o de entusiasmo”.

Cree que quienes ocuparon esa cartera “no tenían capacidad, carecían de formación administrativa, liderazgo, de conocimientos de planificación, de criterios de mercadeo, manejo económico y empresarial”. Escribió su obra en dos tomos para “no permanecer callado respecto al atentado que sufrió el deporte nacional contra su autonomía en el 2012. La historia (de la intervención del Mindeportes a 40 federaciones ecuatorianas por deporte) no podía quedar sepultada en el olvido. Fue un golpe aleve del Estado”.

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En charla con EL UNIVERSO también se refirió a Fedeguayas, la FEF, Fedenador y de la Federación Deportiva Estudiantil.

Usted habla de ‘atentado’ al referirse a la intervención que hizo el Mindeportes a las federaciones y al COE.
Fue una intervención grotesca y parte de una estrategia del Gobierno nacional anterior, que se apoderó de muchos estamentos de la sociedad. Se atentó contra la autonomía, el manejo, la honra de dirigentes a los que se los defenestró. Lo único que les importaba era cooptar las organizaciones más importantes del deporte como parte de una maniobra política que la venían realizando en varios estamentos del país.

¿Por qué dice que fracasó el Mindeportes?
Nació mal. No hubo una visión clara de lo que se quería del deporte y la gente que lo encabezó era improvisada. Algunos creían que suficiente mérito era haber practicado deportes, pero hubo hechos vergonzosos por falta de capacidad de gestión. No tuvieron nunca claro el rol del Estado ni del deporte y se dedicaron a servir a intereses políticos y proselitistas. Y como funcionarios pusieron a sus amigos para que sirvan a la causa política de turno.

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Para usted, el paso de José Francisco Cevallos por el ministerio fue polémico.
Él cumplió un libreto. No lo conozco más allá de que fue futbolista, pero a Cevallos no le reconozco ejecutorias como para haber sido el gran gestor del proceso atrabiliario que él lideró. Respondió a consignas políticas. Se valieron de vacíos legales para la intervención bajo el pretexto de que estaba amenazado el patrimonio de las entidades deportivas, cosa que no sucedía. Y cuando sí sucedió, como en la FEF, él no actuó con sindéresis.

¿Qué pasó en la FEF?
La ley le da patente de corso porque el fútbol profesional debe cumplir con el estatuto de la FIFA y el Estado no debe inmiscuirse. El balompié profesional se ha valido de una disposición de ley que les permite decir ‘a mí no me pueden intervenir ni pedirme cuentas’ y todos sabemos lo que pasó con el directorio anterior. Si no fuese por la justicia de EE.UU. y de Suiza, todo habría quedado impune. Al fútbol profesional el Estado le permite impunidad.

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El actual titular del COE surgió tras la intervención.
Él (Augusto Morán) no es el gestor de esa situación, solo fue la persona que se tuvo a la mano porque era viceministro de Cevallos. El Gobierno tenía como objetivo captar el COE y debía hacerlo a través de personas de su confianza absoluta y qué mejor que el viceministro del Deporte. Los presidentes de las ecuatorianas fueron defenestrados, al titular del COE (Danilo Carrera) lo intimidaron y renunció. La puerta se abrió para cualquier persona cercana al Gobierno, y llegó Morán. Me refiero a su primer periodo. El segundo fue un proceso democrático, como corresponde. Pero en la primera elección respondió a una estrategia del Gobierno.

¿Es necesaria la Secretaría para el deporte nacional?
Lo del ministerio le vino grande a la realidad deportiva del país. Tal vez hubo la buena intención de jerarquizar el deporte y tratarlo mejor, pero se volvió un botín político. No estuvimos preparados, no hubo perfiles adecuados para ser ministro. El Gobierno lo que hizo fue aprovecharse de los resultados deportivos de nuestros atletas y usarlos para decir ‘a estos campeones los hicimos nosotros, como Estado’. Pero divorciaron a los deportistas de las federaciones porque todos los dineros comenzaron a llegarles a los deportistas y a las federaciones las dejaron de lado para crear una relación clientelar Estado-deportistas.

¿Por qué Fedeguayas, con sus escenarios maltratados, no es intervenida por la Secretaría?
Eso debe responderlo la Secretaría del Deporte. Otras federaciones que sí fueron intervenidas se deben estar haciendo la misma pregunta. Puede que haya entidades con corona y otras sin corona. O puede ser que la autoridad no mantiene una línea coherente de accionar. Una intervención dura 90 días y en el caso de Fedeguayas en ese tiempo no se van a resolver las cosas. Pero el gran responsable de esto es el Estado porque las personas que están al frente de Fedeguayas son sus delegados y si el Estado falló, debe rectificar. Los problemas no están solo en las piscinas y en las paredes, hay otros que la Secretaría debe establecer.

¿Pero cómo puede pedir cuentas la Secretaría si tiene abandonadas las piscinas del Forestal?
En el caso de los escenarios de Fedeguayas y en el de las piscinas (mundialistas del Centro Cívico) deben tomarse cartas en el asunto. No puede estar a la buena de Dios el patrimonio deportivo del país con respuestas evasivas o del tipo ‘no hay plata’. Sobre esas bases se edifica el futuro deportivo del país. En Guayas, por ejemplo, nacieron todos los deportes y la organización deportiva nacional y no se puede traicionar la memoria histórica con un abandono como el de Fedeguayas.

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Usted habla de burocracia, ¿qué rol tiene Fedenador?
Tiene una infraestructura ociosa. Sé además que hay un auditorio y que hacen teatro y rehabilitación física. Perdió la brújula. Está más en el recuerdo romántico de lo que fue y de los buenos dirigentes que sí tuvo. Pero pasa inadvertida como muchos otros entes deportivos que hoy no cumplen un rol, pero demandan recursos del Estado y solo llenan un espacio. Otro organismo que no hace nada es la Federación Deportiva Estudiantil. Ahí la agonía es terrible porque el deporte estudiantil está muerto. Ahí el Estado tiene que actuar y es responsable por omisión porque el deporte estudiantil no es solo problema de sus federaciones, es del Estado. Vean cuánto deporte se hace en el Vicente Rocafuerte, o cuánto se hace un colegio con 1.000 alumnos. No hacen porque no hay presupuesto para entrenadores. De qué sirve hablar de fomento al deporte si el Estado no lo cumple. No es solo echarle la culpa a los organismos, que sí la tienen, pero la mayor responsabilidad es del Estado y si no toma pronto cartas en el asunto, esto seguirá. 

¿Es correcto que funcionarios de gobierno sean también miembros del COE?
El movimiento olímpico no lo ve como una situación de conflicto porque más bien se piensa que es una forma de facilitar una mejor relación. El problema es para el Estado porque hay normativas que no están siendo observadas; el ente controlador no puede estar al mismo tiempo en el ente controlado. Y ante esas situación el propio Estado ha mirado hacia otro lado porque no quiere polemizar en el tema. Mientras los responsables de decir que las cosas deben hacerse como en derecho corresponde no se pronuncien las personas que se benefician dicen "esto es legal y puedo seguir en el puesto". Y así ha sucedido. El Estado tiene la última palabra.

¿Cuál es la relación ideal entre Estado y deporte?
Lo importante es que entiendan sus roles. El Estado tiene una obligación con la sociedad, que es darle una mejor calidad de vida a sus ciudadanos y lo puede hacer a través del deporte. Para eso invita a las organizaciones deportivas a que hagan actividad y les da los recursos. Pero los gobernantes creen que por dar recursos eso representa que los organismos deben someterse a sus condicionamientos en el cálculo político. Estas interferencias generan fricciones como las del 2012 y 2013. Cuando hay respeto mutuo y cada quien cumple su obligación, que en el caso del Estado es fomentar el deporte en beneficio de los ciudadanos -y no para llenar bolsillos de dirigentes-, y el de las organizaciones demandar recursos para cumplir los objetivos que el Estado persigue son amigos íntimos. De lo contrario serán enemigos íntimos, como lo digo en mi libro.

El deporte de Guayas vive horas difíciles, de desazón y de impotencia, pero no perdemos la esperanza de que pueda cambiar"César Pólit, exvoleibolista de Guayas

(D)