Los paralelismos entre la Francia campeona mundial de 1998 y la que quiere serlo en este 2018 son numerosos.

Si hace veinte años había un gesto-talismán, el beso que daba el defensa Laurent Blanc sobre el cráneo sin pelo del arquero Fabien Barthez, en los Bleus actuales hay otra superstición que por ahora ha dado buena suerte: el atacante Antoine Griezmann inició la costumbre de tocar el bigote y la barba al defensor Adil Rami y luego otros jugadores han seguido su ejemplo.

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El martes, antes de la semifinal frente a Bélgica, el Twitter oficial del equipo intentaba llamar a la buena suerte mostrando la imagen de Griezmann haciendo ese gesto, con el mensaje "El bigote está OK", como señal de optimismo. Funcionó: los franceses ganaron 1-0 a los belgas y se convirtieron en los primeros finalistas del Mundial de Rusia-2018. (D)