De cómo el fútbol puede cumplir una tarea redentora, de cómo suele obrar el milagro de la fe, de abrir los corazones y dibujar sonrisas, de eso puede hablar Venezuela. Gracias a la esforzada victoria inicial frente a Jamaica (no son hombres, son estatuas) pero sobre todo merced al triunfazo inolvidable sobre Uruguay, un país se levantó entre sonrisas ayer, su gente sintió el orgullo de ser venezolana. La revolución bolivariana, que al parecer no es tan maravillosa como asegura el señor Maduro y aseguraba antes el señor Chávez, la obligará a hacer algunas cuadras de cola para comprar un pan (uno sólo, eh…), pero al menos será más llevadero, conversarán en la cola, reirán, pensarán que si Venezuela puede hacer esto en fútbol es posible pensar en un futuro mejor.