La derrota histórica por 7-1 ante Alemania en la semifinal del Mundial hizo realidad el gran temor de los jugadores de Brasil: el de tener que convivir por el resto de sus vidas con el estigma de ser responsables de la peor humillación en los 100 años de historia del equipo.
“Podríamos haber dejado una huella positiva y al final quedamos estigmatizados por el marcador, que será recordado por muchos años”, reconoció el capitán de Brasil, Thiago Silva, excluido por doble amarilla del partido en el estadio Mineirao de Belo Horizonte.
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Así como Silva, los integrantes de la Seleçao son conscientes de que sus nombres, a partir de ahora, estarán inevitablemente vinculados al ahora famoso “Mineirazo”.
Todos recuerdan el drama vivido por el arquero Moacir Barbosa, quien en el Mundial de Brasil 1950 fue apuntado por la prensa y por la hinchada como el culpable del gol de la victoria de Uruguay por 2-1. El estigma del Maracaná lo persiguió hasta su muerte, hace catorce años.
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El gol que no atajó el brasileño lo hizo el uruguayo Alcides Ghiggia a falta de 11 minutos para el final. El título se quedó con la Celeste, que construyó el mito del ‘Maracanazo’ sobre las ruinas de Barbosa, pese a que él jugaba con diez más.
“La máxima pena para un crimen en Brasil es de 30 años. Yo pago por aquel gol hace 50”, lamentaba hasta antes de su muerte. Nadie atenuó su pena con los seis títulos que conquistó con Vasco da Gama o la Copa América de 1949 con Brasil.
Con el tiempo creció el mito de que atraía la mala suerte y ello explica que en 1993, cuando tenía 72 años, pasó la vergüenza de no ser recibido en la concentración de Brasil antes de enfrentar a Uruguay en el Maracaná en crucial partido de eliminatorias al Mundial 1994.
“Dijeron que yo podía transmitir una imagen negativa”, mencionó con los hombros encogidos al tratar de explicar el portazo que recibió de la comisión técnica liderada por Carlos Alberto Parreira al intentar hablar con el guardameta de entonces, Claudio Taffarel.
Ahora nadie podrá decir que el martes se vio el fantasma de Barbosa por Belo Horizonte. La prensa brasileña ha comenzado a redimirlo. Quizá llegó el momento de decir amén para que Barbosa descanse en paz.
64 años después de la primera tragedia en Brasil llegó el ‘Mineirazo’.