El cine también tiene cintas como Marcelino, pan y vino (1954), de Ladislao Vadja, en la que un niño huérfano entabla amistad con un Cristo crucificado que está en el desván de un convento; o Quo Vadis (1951), de Mervin Leroy, sobre la persecución de los cristianos durante el reinado de Nerón, con Peter Ustinov como el cruel emperador.

Y puesto que el mundo católico festeja el nombramiento de un papa de nombre Francisco, recordemos que la personalidad del santo Francisco de Asís ha sido abordada con diversa fortuna por el séptimo arte. Francisco, juglar de Dios (1950), de Rossellini, es una obra enmarcada en el neorrealismo, que muestra la imagen de un Francisco revolucionario, alejado de la riqueza y de todo lujo. Cinta que bordea la maestría, rodada con economía de medios, casi sin decorados, algo que el director dijo hacía para seguir el espíritu del santo.

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Con un contenido más cerca de la pomposidad y en beneficio del espectáculo, tenemos San Francisco (1961), de Michael Curtiz, con Bradford Dillman; o Hermano Sol, Hermana Luna, (1977) de Zeffirelli, obra musical que se enmarca en los años de juventud de Francisco. En 1989, Liliana Cavani dirigió Francesco, con Mickey Rourke.