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MANILA.- En el barrio pobre de Aroma reinan los olores putrefactos de la basura recolectada por sus residentes para reciclar. Niños con andrajos y caras sucias juegan en caminos llenos de lodo bordeados por casas derruidas de paredes de lona, techos de lámina y baños comunales.

De este barrio de basureros de Manila surgió la bailarina Jessa Balote, quien a la edad de 10 años fue sacada de entre los desperdicios por una escuela de ballet para prepararse para una vida en los escenarios.

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En los cuatro años después de su audición del 2008, Jessa se ha presentado en varias producciones, como el Lago de los Cisnes, Pinocho, Don Quijote y una versión local de Cenicienta. Tomó un avión por primera vez en agosto para competir en el Gran Premio Asiático de Ballet 2012 para estudiantes y jóvenes ejecutantes en Hong Kong, donde terminó como finalista.

El inesperado éxito de Jessa, de 14 años, es fruto de un esfuerzo singular realizado por la primera bailarina más famosa de Filipinas, Lisa Macuja, para ayudar a los niños de los barrios más pobres de Manila al darles una beca y entrenamiento profesional por seis o siete años.

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Uno de cada cien de los 94 millones de filipinos vive en la pobreza extrema, muchos en barrios enormes y carentes de instalaciones sanitarias como Aroma en la capital del país. A pesar del crecimiento económico reciente, no hay suficientes trabajos para todos, hace falta educación y los sueldos son bajos.

Jessa, quien posiblemente habría seguido a su familia en una vida como recolectora de basura, tampoco tenía un futuro prometedor. “Solía acompañar a mi padre y a mi madre cuando recolectaban basura por la noche”, dijo Jessa en su pequeña casa.

Su familia recogía basura de las casas del cercano distrito de Quiapo o rebuscaba metal en el enorme basurero no muy lejos de su casa. Pero todo cambió cuando llegó su exitosa audición para la beca Proyecto Futuro del Ballet creada por Macuja, fundadora y directora artística del Ballet de Manila quien está casada con el magnate Fred Elizalde. 

El exitoso programa Ballet Manila, que tiene una compañía de danza y una escuela de danza homónimas, aceptó en un principio a 40 estudiantes de la escuela donde estudia Jessa en el distrito de basureros de Manila, Tondo.

En la actualidad el programa tiene 55 estudiantes, entre los 9 y los 18 años, de cinco escuelas públicas asociadas como la de Jessa. Ellas entrenan a diario luego de ir a la escuela junto con otras 60 estudiantes que pagan por las clases de danza. “Puedo ayudar a mis padres más con lo que hago ahora, gano dinero del ballet”, dijo Jessa.

Jessa y las otras chicas reciben entrenamiento bajo el riguroso sistema ruso Vaganova y se les requiere que sigan estudiando. Se les da un estipendio mensual de 30 a 73 dólares de acuerdo con su nivel balletístico, así como comida y ropa para ensayar. También reciben pagos de $ 10 a $ 37 por presentación.

Macuja fundó Ballet Manila en 1994 con la idea de volver el arte del ballet clásico más accesible para la gente de escasos ingresos. La compañía de danza se ha presentado en centros comerciales, escuelas, ayuntamientos y poblaciones remotas del archipiélago. La bailarina creó el programa en el 2008.

Durante la competencia en Hong Kong Jessa manifestó que se sintió nerviosa y cohibida de bailar entre compañeros con dinero.

Pero superó sus temores al recordar los consejos de Macuja: “Persistir a pesar de las dificultades y no dejar que la pobreza me estorbe”. Macuja lo entiende de una manera muy clara. “Creo que la clave es que estos chicos tienen una esperanza y que la esperanza transformará sus vidas”, dijo.