Giselle Hidalgo Villagómez no recuerda haber visto a su madre en los escenarios. Giselle Villagómez, una exitosa cantante guayaquileña de la década de los 70, se retiró de la vida artística en 1975, cuando se casó y luego dio a luz a Giselle, su primogénita. La niña, que ahora es una mujer de 36 años, heredó su talento. Y con el paso del tiempo se convirtió en artista, como su mamá. Cuando aún era pequeña la enviaron a un curso de guitarra. Aprendió rápido y pronto demostró que también sabía cantar.
Cuando Giselle y las otras dos hijas de Villagómez crecieron, la artista, que había renunciado a los escenarios por amor a su familia, decidió retomar su carrera. “Es hora de hacer lo que yo quiero, ya cumplí como mamá”, se dijo. Lo rememora con una sonrisa, y sin decir su edad. No quiere revelarla.
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Volvió a la música hace una década y desde entonces no ha parado. Pero en esta segunda etapa de su carrera tiene una compañía: su hija Giselle, una periodista que poco a poco decidió dar más protagonismo a su faceta musical. Así nacieron Las Giselle, como se las conoce en el ámbito del espectáculo. Aunque cada una tiene su carrera en solitario, a veces cantan a dúo. Una de las canciones que suelen interpretar es Amor eterno, de Rocío Dúrcal.
Giselle Villagómez, que a la vez heredó el talento musical de sus padres, dice que su hija nació artista y que cada vez que la escucha cantar, ella se “derrite”. Giselle chica confiesa admirar a su mamá y sostiene que la suya es madre incluso en el escenario. Eso le da seguridad. Si algún desfase ocurriera en un show, cree que su mamá, con su vasta experiencia, haría que no se notara. De ella celebra su voz diáfana, su pasión en el escenario y la forma tan especial de hacer suyos los temas.