Paco Moncayo Gallegos participó en los dos últimos conflictos bélicos con Perú: en Paquisha (1981), como ayudante de órdenes, y en el Alto Cenepa (1995), como comandante general de las Fuerzas Armadas. Hoy, 17 años después del último enfrentamiento armado, un grupo de excompañeros y exsubalternos reclaman por la lista de beneficiarios que se elaboró con base en la Ley de Héroes y Heroínas, aprobada en febrero del 2011. El asambleísta votó a favor de esa legislación, aunque ahora dice que esta debe ser reformada.

¿Qué elementos deben tomarse en cuenta para considerar a alguien como héroe o heroína?
Cuando fuimos a cumplir con nuestro deber, lo hicimos por patriotismo, sin esperar ninguna recompensa. Cuando se terminó el conflicto, se expidió la Ley de Gratitud y Reconocimiento a los Combatientes del Cenepa. El primer artículo de esa Ley, de 1995, dice que se declara héroes de la patria a los combatientes que entregaron sus vidas defendiendo la integridad y la soberanía nacional. Teníamos nuestros héroes: los que dieron sus vidas en defensa del país.

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¿En esa Ley no se incluía como héroes a los mutilados?
Solo a los muertos en combate, a los caídos, como ha sido en la historia del país. Cuando se habla de los héroes de 1941, se habla del capitán (César Edmundo) Chiriboga, del teniente Hugo Ortiz, del teniente (Gustavo) Ledesma, del cabo (Luis) Minacho, de los que dieron su vida luchando valerosamente por la patria. En esa misma Ley (la de 1995) se reconoció a las personas que tuvieron discapacidades mayores, con 400 salarios mínimos vitales; a las que tuvieron discapacidades menores, con 200 salarios mínimos vitales; y a los demás, desde el general Moncayo hasta el último conscripto combatiente, con 2 salarios mínimos vitales. ¡Nunca hubo un reclamo! En 17 años no ha habido un reclamo hasta que sale esta mala Ley de Héroes y Heroínas, en la que se incluye reconocer como héroes a quienes recibieron encomios. El encomio es una felicitación. Fue el error más grande porque, además, en el 81 se dieron encomios a todos los que estuvieron en la zona de la cordillera.

Usted también estuvo en el frente de batalla en 1981.
Estuve. Era ayudante de órdenes del general Richelieu Levoyer, que era el comandante del teatro de operaciones, pero yo no estuve en la cordillera. Por eso jamás se me habría ocurrido que yo merecía un reconocimiento. Ese es nuestro deber, pero en el 81 dieron encomio a los que estuvieron en la cordillera.

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¿A todos?
A todos, mientras que en el 95 no se dio encomio; por el contrario, el encomio se dio a personas que habían cooperado o colaborado con el éxito de las operaciones: enfermeras, médicos, mecánicos de aviación. Entonces resulta que hoy los combatientes no van a tener ese reconocimiento porque no fueron ‘encomiados’ y se establece una enorme injusticia en relación con los combatientes del 81. De ahí nacen los reclamos. Si a una persona que hizo algún mérito y fue felicitada le van a dar una casa o una pensión de $ 600 mensuales, imagínese a los que combatieron realmente. Los que defendieron y no cedieron un paso atrás se sienten ofendidos y tratados injustamente.

¿Cómo saber qué tarea cumplió cada uno?
Yo entré al campo de operaciones en 1994, por el Grupo de Fuerzas Especiales de Quevedo, y salí cuando había sacado a toda la gente del teatro de operaciones, en mayo del 95. Yo fui comandante, yo tengo los registros, yo sé qué pasó cada día. Aquí no hay nada de misterioso. Nunca me han llamado siquiera a preguntarme: ni el Ministerio de Defensa, ni la Comisión de Seguridad de la Asamblea, ni el Consejo de Participación Ciudadana, nadie. Les he mandado cartas, les he explicado, porque me ha dolido profundamente ver a los soldados valientes del Cenepa haciendo actos de reclamo que no corresponden con su condición, pero es el resultado de actuar con ligereza. La Ley debe ser revisada para hacer justicia y para darle a cada quien lo que merece, según su participación, sea en el 81 o en el 95.

¿Cree que se debe manejar el mismo concepto: los héroes deberían ser solo los caídos?
Eso fue lo que pasó en la Ley del 95. Por otro lado, cuando usted condecora un estandarte, está reconociendo a todos los que combatieron, conscriptos, a todos, pero no les está convirtiendo en héroes a todos los que fueron parte de una unidad. Hay unidades en las que una parte estuvo en el Cenepa y otra ni se movió de su cuartel. La condecoración fue al estandarte y eso no quiere decir que todos seamos héroes. Yo no he reclamado para mí la condición de héroe.

Pero en este caso, general Moncayo, usted está incluido en la lista del Ministerio de Defensa.
Claro, porque yo recibí la Cruz de Guerra, la condecoración por haber comandado las tropas en combate. Yo no estuve viendo desde Quito. Yo estuve en combate, comandando en el terreno, y por eso es que todos los soldados me respetan.

La principal crítica de excombatientes es que en esta Ley se haya incluido como héroes y heroínas a quienes recibieron el Encomio Solemne.
Ese es el problema y hay que reformar la Ley. Les dije a los militares cuando fueron a la Asamblea: “Por favor, no borren con el codo lo que hicieron heroicamente con la mano en el Cenepa”. Nadie quiere forzar la idea de lo que es ser héroe, pero si les están dando a unos y no les dan a otros que hicieron más y mejor, entonces sale el reclamo justificado de estas personas.

Cuando se presentó el proyecto de Ley de Héroes y Heroínas, usted también votó a favor.
Votamos a favor y nos equivocamos. La idea era que de acuerdo con el reconocimiento sea el estímulo. Yo envié observaciones a la Ley y en parte se acogieron. Pero no puede usted (ser héroe) por una felicitación. Ahí está el error y yo soy parte del error. Yo voté a favor de la Ley pensando en mis compañeros que estaban ahí, los mutilados y sus familiares.

¿Por qué tipo de acciones se ha dado el Encomio Solemne?
En el 81 les hicieron encomio a las personas que estuvieron en la cordillera, a las que estuvieron en los agrupamientos de selva Mayaicu, Machinaza, Paquisha. Todos ellos tienen encomio. Mientras que en el 95 no tienen encomio los que estuvieron en el agrupamiento de selva Miguel Iturralde, en el Carlomagno Andrade, en la Brigada Alfaro, en la Brigada de Selva 21 Cóndor. O sea, los que estuvieron luchando, combatiendo y mantuvieron valerosamente sus posiciones no fueron ‘encomiados’ porque no hay razón de dar un encomio en esas circunstancias. Se hizo un Consejo para reconocer y condecorar a los que habían tenido actos sobresalientes y no hubo nunca un reclamo. Cuando sale esta Ley empiezan los reclamos.

Pero civiles también recibieron el Encomio Solemne.
Es una felicitación. Los médicos civiles que fueron desde Quito a operar a los amputados también deben ser reconocidos. Alguien ha dicho que hay una señora cocinera a la que le están dando el mérito y no a los combatientes. Es que también a las señoras se les debe haber dado un encomio, porque si no entra la comida, el combatiente no combate. La guerra es una empresa estratégica compleja. Todos son importantes, todos tenemos el mérito, pero no todos podemos ser héroes. Por eso la solución es una Ley de Reconocimiento a los Veteranos de Guerra, en la que si le dan un dólar al general Moncayo, le den un dólar al conscripto.

Pero hoy las personas que estuvieron en el campo de batalla reclaman porque, como no recibieron el Encomio Solemne, se han quedado fuera de los beneficios de la nueva Ley.
Es imposible y sería vergonzoso para el país hablar de que hemos tenido 8 mil o 5 mil héroes. Yo les dije aquí cuando estuvieron en la Asamblea: ¿Cuántos combatieron en la Batalla del Pichincha? Seis mil. Tenemos un héroe: Abdón Calderón. No pueden todos los combatientes ser héroes, pues. Hemos planteado que se haga una Ley de Reconocimiento de los Veteranos de Guerra, como hay en Estados Unidos, en todas partes. Es digno de orgullo ser un veterano de guerra, pero no por ser veterano de guerra es un héroe. Eso es lo que no está claro y hay que corregir.

Perfil: Paco Moncayo Gallegos
NACIMIENTO
Quito, 8 de octubre de 1940.

FORMACIÓN
Licenciado en Ciencias Internacionales y doctor en Economía e Integración.

EXPERIENCIA
Completó 40 años de vida militar hasta 1998. Luego fue diputado y jefe de bloque de la Izquierda Democrática (ID). Fue alcalde de Quito durante dos periodos. Es asambleísta desde el 2009.