La palabra clave de esa noche era paz. Sobre este eje se construyó la base de la conferencia que el maestro indio Prem Rawat ofreció en Guayaquil el domingo. El auditorio del Centro Cívico estaba casi lleno.

A las 17:30, hora a la que se citó al público, la imagen de Rawat solo se veía en los audiovisuales que se proyectaron en una pantalla led. Se vieron historias de reos de la Prisión Estatal Domínguez (San Antonio, Texas, EE.UU.) que buscaban paz, motivados por clases facilitadas por la Fundación Prem Rawat, y a personas de varias partes del mundo, que compartían una misma búsqueda: la de la paz.

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Media hora después, Rawat apareció en la tarima. Con un terno negro, camisa blanca y corbata gris, el invitado tomó asiento en un sillón y de ahí no se paró, pero sí logró que el auditorio lo hiciera tanto al darle la bienvenida como al despedirlo luego, con aplausos.

Risueño, de hablar pausado y hablando en idioma inglés, el expositor que lleva más de 40 años difundiendo su mensaje de paz en el mundo, dialogó con los espectadores, que se mantuvieron en silencio, atentos a sus palabras. “Hoy es el primer día del resto de tu vida”, afirmó.

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Contó una historia en la que comparó a la gente con la tierra: si no se la trabaja, no da frutos. Para él, la felicidad, la serenidad, la paz, la alegría, viven en el interior del ser humano. No se puede buscar todo esto afuera, dijo, pues es algo que yace en el interior de las personas.

Invitó a los asistentes, algunos con auriculares que traducían al español la charla, a concienciar sobre cómo en el día a día muchos se olvidan de decir un “te amo” a sus seres queridos o de cómo, mecánicamente, ante un “¿cómo estás?” la gente responde “bien”.

“¿Cómo puedes saber cómo estás si no sabes quién eres?”, inquirió Rawat. Se valió de sus manos más que de un tono de voz alto para hacer énfasis en ciertas frases. Estuvo iluminado por unos focos que lo alumbraban de cerca, y con un micrófono –que nunca tocó– dispuesto a la altura de su pecho. En ese escenario, casi minimalista, destacaba al fondo la frase Words of peace (Palabras de paz) que, además, daba nombre a la conferencia.

Rawat hizo hincapié en que actividades de recreación como ver una película o salir con amigos solo distraen un momento, pero que si no se tiene paz, el choque con la realidad hiere. “Tú puedes elegir, amigo”, manifestó, y destacó el valor de dar gracias, incluso por poder respirar, acción por la cual los bebés dejan de permanecer “azules” al nacer.

Antes de finalizar, el maestro le dio ‘alas’ a los oyentes. Les dijo que eran ángeles, después de aseverar que muchos esperan la venida de estos seres alados para ser ayudados. Y expresó: “Así que, querido ángel, ocúpate de tu salvación”.

El público lo despidió de pie, como si fuera el primer día del resto de sus vidas.