Aún no cumplía veinte años y ya había escrito un tratado sobre mineralogía. Cuatro años luego publica Florae Fribergensis Specimen sobre la flora de la minas de Friburgo y tras cuatro años, un tratado sobre la irritabilidad muscular. Para entonces era ya uno de los más prestigiosos naturalistas alemanes. A los treinta años, con el botánico francés Aimé Bonpland, inicia un viaje que lo llevaría a recorrer Venezuela, Cuba, Colombia, Ecuador, Perú, México, Estados Unidos. Diez mil kilómetros de selvas, altiplanos, desiertos, nevados y ríos que exploró e investigó, recopilando infinidad de datos sobre clima, recursos naturales, orografía, vulcanología, magnetismo, fauna, flora, (su compañero logró clasificar 60.000 especímenes). Fue huésped de virreyes, arzobispos, los más connotados personajes de entonces, el presidente norteamericano Jefferson. Sin obnuvilarse por la fama que lo precedía, no dudó en remontar ríos y ascender por los Andes solo para entrevistarse con el botánico José Celestino Mutis quien, en Bogotá, dirigía la “Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada” y quien le convidó a admirar dos mil láminas de plantas, a color, obra de artistas ecuatorianos. A sus 33 años llega a Quito donde lo recibe Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre, en cuya residencia se aloja y la cual le sirve, además, para reunirse con jóvenes que años después participarán en la gesta independentista: Salinas, Quiroga, Larrea, Morales, Mejía. Hecho especial, el ilustre viajero integra en su comitiva a Carlos Montúfar, hijo del Marqués, quien lo acompañará luego durante años, y será guiado, instruido y ayudado por su mentor (quizás gracias a ello, Montúfar retornará a luchar por la independencia). Tras cinco años de exploraciones, Alexander von Humboldt retorna a Europa y se radica en París donde escribirá junto con Bonpland: Viaje a las Regiones Equinocciales del Nuevo Continente, varios volúmenes que lo ocuparán de 1816 a 1831. Ya septuagenario, dedicará las últimas décadas de su larga, venturosa, y prolífica vida a redactar Cosmos, imponente visión de la estructura del universo, cuya unidad, desde los fenómenos celestes hasta los terrestres, postula.

Sobre este extraordinario hombre acaba de presentarse: Humboldt y la emancipación de Hispanoamérica, libro compilado por Segundo Moreno Yánez, con textos suyos, y de Ulrike Leitner, José Ángel Rodríguez, Mauricio Nieto, Teodoro Hampe Martínez, Christina Borchart de Moreno. En grata hora viene este volumen a indagar una de las múltiples facetas del sabio: sus dotes de agudísimo observador de la vida política, social y cultural de la época. Es claro que en Humboldt influyó poderosamente la Revolución Francesa, “cuyos principios ideológicos (...) fueron los criterios que le sirvieron para discernir y juzgar la realidad social de América” a decir del doctor Moreno. Asimismo, es fama que al ser entrevistado por Simón Bolívar en París, Humboldt expresó que América estaba lista para su independencia, aunque no veía quién la llevaría adelante. No cayeron en oídos sordos aquellas palabras. Aquilatar ahora el aporte humanista de este científico, su anticolonialismo, su defensa de las libertades, es meta del presente oportunísimo libro.