‘El Chavo del 8’ se convirtió en una propuesta familiar, pues atrajo a padres e hijos, y sus personajes nos identificaron”, opina la psicóloga clínica Roxana Ambrossi Soto sobre la serie de humor que creó y protagonizó Roberto Gómez Bolaños, Chespirito, y por cuyo 40 aniversario se prepara para febrero próximo una celebración a nivel de Latinoamérica.

Señala que en toda barriada hay un desempleado, que busca de cualquier forma ganarse la vida (don Ramón), una viuda cuyo estatus cambia y debe resignarse a vivir en una vecindad (doña Florinda), un niño de escasos recursos que hace los mandados a sus vecinos y cuenta con un grupo de juego en el que comparte travesuras (el Chavo), la solterona enamoradiza (Bruja del 71), los niños mimados (Kiko y Ñoño), el casero malhumorado (Sr. Barriga) y la niña peleona (Chilindrina).

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“A esa identificación primaria, puesto que saltó a la pantalla hace décadas, se suman los recuerdos de infancia que ahora compartimos con nuestros hijos. Allí la razón por la cual seguimos viendo la producción, así hayan pasado cuatro décadas”, manifiesta Ambrossi.

Para la psicóloga, el programa es puro y transmite mensajes y valores. No hay dobles sentidos ni palabras jergales. “La amistad, la ayuda al prójimo y el concepto de familia están presentes; incluso cuando hay golpes, la reflexión está implícita”.

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Aunque las cachetadas de doña Florinda no tienen justificación, dice Ambrossi, esta acción evidencia un escape del personaje a la condición en la que ha tocado vivir. “A la inestable situación económica de don Ramón se la podría relacionar con la falta de oportunidades”.

El sociólogo Napoleón Velástegui Bahamonde opina que ‘El Chavo del 8’ es parte de un conjunto de obras del sentir popular continental. “México y Latinoamérica son ricos en tradiciones artísticas, que reflejan su realidad a través de expresiones estéticas (pintura, escultura, música, teatro, series cómicas, algunas telenovelas de calidad y literatura), las cuales contribuyeron a revelar el poder de una región pródiga tanto en problemas sociales y económicos como en recursos naturales”.

Considera que un niño aparentemente huérfano –puesto que no se le conoce familia–, cuyo sitio más seguro es un barril, que representa la precariedad y el abandono, logra con su drama constituirse en el eje de una serie que recrea la vida en comunidad, porque más allá de su propia mendicidad invoca la solidaridad.

Velástegui atribuye el éxito del personaje de Gómez Bolaños a la capacidad de interpretar los dolores y esperanzas de sectores populares. “Nacer a inicios de los setenta y supervivir hasta nuestros días, con raigambre no solo en los grupos infantiles sino de todas las edades, es un logro que abona a esta premisa”.

Escenas
Roberto Gómez Bolaños, cuyo apelativo de Chespirito se lo dio el cineasta Agustín Delgado –quien relacionó su genialidad con la de William Shakespeare–, dijo al crear ‘El Chavo del 8’ que su historia se basaba en la de un niño lustrabotas.

‘El Chavo del 8’ debe su nombre a que se transmitía por Canal 8 de México.

Tras el éxito de la serie, que se dejó de grabar en los años ochenta, se suscitaron desacuerdos entre varios actores y Roberto Gómez Bolaños, por el derecho del uso de los personajes. Carlos Villagrán, que dio vida a Kiko, y María Antonieta de las Nieves, a La Chilindrina, entablaron incluso demandas legales.