De piel escamosa en la mayoría de los casos, las especies de reptiles son una de las menos investigadas en el país, según coinciden herpetólogos (expertos en estudiar a este grupo animal y a los anfibios).
La iniciativa para categorizar estas especies siguiendo los parámetros de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una organización que emite cada año una Lista Roja en la que se clasifica a las especies según su estado de conservación tras analizar diversos factores a nivel mundial o regional de acuerdo con su área de distribución, data del 2005, cuando un grupo de expertos nacionales emitió la Lista Roja de Reptiles del Ecuador tras analizar información local disponible.
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Como el Ministerio del Ambiente carece de información sobre el estado de conservación de los reptiles, en su página web ha replicado esta clasificación de los herpetólogos locales.
Este último registro lo realizó un grupo de expertos que analizó 422 especies de reptiles registradas en el país en ese entonces (hasta el 2005); las que se distribuyeron 114 en la categoría “Preocupación Menor”; 81 como “Casi Amenazada”; 55 “Vulnerable”; 44 “En Peligro”; 9 “Casi Crítica” (categoría no incluida por la UICN, pero que equivaldría a “En Peligro Crítico” lo que implica al borde de la extinción en estado silvestre); 88 con “Datos Insuficientes”, 3 “No Evaluadas”, 27 “Se Desconoce” (no había información sobre estas especies lo que impidió su categorización) y una “Extinta en Estado Silvestre”.
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Esta última es la tortuga gigante, de nombre científico Geochelone abingdoniila, del que solo queda un único espécimen que vive en la isla Santa Cruz, del Archipiélago de Galápagos. Mientras que no se sabe del estado de conservación de 118 especies (el 45% del total) incluidas en las categorías “Datos Insuficientes”, “No Evaluadas” y “Se Desconoce”, por falta de información sobre ellas.
Jorge Valencia, coordinador de proyectos de la Fundación Herpetológica Gustavo Orcés, fue uno de los que participaron en esta categorización de los reptiles nacionales.
Refiere que a más de actualizar el estatus de algunas de estas especies porque ya se cuenta con más información de ellas, haría falta incluir otras que se han descubierto en los últimos tres años. “Solo en el caso de las serpientes puedo decir que hay unas diez especies más descritas que deben añadirse a ese listado del 2005”, dice Valencia, quien agrega que ante la falta de información, la iniciativa no derivó en la realización de un Libro Rojo nacional de especies en peligro como existe con los mamíferos y aves.
“La mayoría de biólogos se concentra más en estudiar las aves, los mamíferos, las plantas y los anfibios. Los reptiles son relegados debido a que son especies que requieren más cuidado, como en el caso de algunas serpientes que son venenosas”, agrega Valencia.
Un mismo criterio tiene el biólogo Diego Cisneros, quien también participó en el debate que derivó en la Lista Roja del 2005. Ambos aseguran que se debe hacer una diferenciación con las especies endémicas de reptiles que habitan en el Archipiélago de Galápagos, donde sí hay un mayor interés por estudiar estas especies, en comparación con la escasa información que se tiene de los reptiles del continente.
Al problema de la animadversión de las personas hacia reptiles como las serpientes, a las que en su mayoría consideran como venenosas por lo que las asesinan, se suma el tráfico de tortugas, boas e iguanas, las tres especies de reptiles más traficadas, según estadísticas que la Fundación Gustavo Orcés recopila desde 1989.
Valencia refiere que solo a las instalaciones de esta organización dedicada a estudiar las especies de reptiles y anfibios del país llegan alrededor de tres tortugas a la semana que han sido traficadas. “Las compran pequeñas, pero estos animales crecen, requieren de otros cuidados que ya sus dueños no quieren asumir y por eso se deshacen de estas especies”, explica Valencia.
Una de las más afectadas por el tráfico es la tortuga terrestre motelo, de nombre científico Geochelone denticulata, que vive en la selva del Oriente del país. “Esta es la más longeva de nuestra área continental, en cautiverio ha llegado a vivir hasta 50 años, tiene 30 centímetros de largo y en el 2005 se la puso como “Vulnerable”, pero ahora debería revisarse eso”, adelanta Valencia.
Mauricio Ortega, biólogo de la Fundación Ecociencia, asegura que estas iniciativas de organizaciones no gubernamentales de elaborar una Lista Roja, según los parámetros de la UICN, no son reconocidas como herramientas e insumos para elaborar las políticas nacionales de conservación. “Se requiere un programa de revalorización de la Lista Roja con la participación integral de investigadores ecuatorianos y extranjeros. Pero también es necesario diseñar una herramienta práctica de conservación que el Ministerio del Ambiente debería ejecutar basado en la información analizada y la categoría asignada a las especies nacionales”, afirma Ortega.
Los reptiles son prioritarios en los ecosistemas, según recalcan los herpetólogos. Su rol principal es regular las plagas y son considerados como fósiles vivientes.