Se han publicado varios informes internacionales, con los cuales el Gobierno ha saltado de júbilo porque señalan mejoras en el país, y algunos analistas (ejemplo Vicente Albornoz o Mauricio Rodas) han puesto, con toda razón, bemoles importantes. Los indicadores económico-sociales, son importantes, pero discutibles por: la buena o mala fe al presentarlos, las diferencias metodológicas (con frecuencia cambian) en la recopilación y análisis de datos, la inevitable subjetividad de las interpretaciones y de ciertos indicadores en particular (corrupción, emprendimiento, etcétera), el error de centrarse en variaciones de décimas cuando los errores estadísticos son inevitablemente mayores.
Voy a intentar un resumen, sin duda subjetivo, de algunas tendencias:
1) La pobreza ha continuado cayendo, pero a un ritmo menor en los últimos 3 o 4 años, lo cual no se explica solo “porque se ha llegado a un punto en que es más difícil disminuirla”.
2) La inequidad de ingresos se mantiene alrededor del mismo rango.
3) El Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (toma en cuenta ingreso, pero sobre todo salud, educación, esperanza de vida, etcétera), nos dice que hemos mejorado… pero si miramos en los últimos 20 años, hemos mejorado regularmente y seguimos un 5% mejor que el índice mundial promedio, y en la mitad de los países.
4) El Índice de Competitividad (mide la capacidad para generar riqueza) nos sitúa alrededor de 100 entre 150. Estamos más sólidos en estabilidad macroeconómica que en gran medida tiene que ver con petróleo y dolarización.
5) Hay un nuevo índice (hay muchos otros) de Oxford Analytics que toma en cuenta una gran batería de indicadores (políticos, sociales, económicos) y nos sitúa 83 entre 110.
6) Dice Cepal que tenemos uno de los más bajos gastos sociales. Esto lleva a dos interpretaciones. El Gobierno: “esto confirma que debemos gastar e invertir más”. Y otros (me incluyo): “eso muestra que hay un serio problema de prioridades y calidad porque el Estado ecuatoriano es uno de los que (o el que) más gasta en total”.
Al menos alguna reflexión merece al modelo actual porque con enormes recursos (innegable), y con una clara orientación (encomiable) hacia el objetivo de pobreza y desigualdad, está obteniendo resultados similares (en el mejor de los casos) o incluso peores (probablemente) que en el pasado. Ciertamente hay resultados que solo se ven en el futuro, y muchos de los problemas vienen del pasado, pero para no perderse en el camino sí vale la pena preguntarse ¿estaremos caminando en la dirección correcta?
Sin duda detrás de los resultados obtenidos hay algunas preguntas ¿el que haya menos inversión privada en relación al PIB (innegable) no es preocupante? ¿y el que se hayan creado pocos empleos privados (innegable)? ¿no será que el exceso de regulación laboral, ambiental o de mercados acaba afectando a los que supuestamente se protege? ¿una economía resuelve sus problemas porque hay un enorme (innegable) gasto o inversión pública? ¿no será que la orientación de que “la redistribución es el único camino del desarrollo” es errada, porque el enfoque correcto es “la generación de riqueza con equidad y oportunidades”?... Preguntas…