De entrada se exhibe un cuadro que destaca la estampa de un caballo en pleno galope. Y junto a ese ejemplar, una serie de diminutos equinos, de esos que venían en los confites y que hacían felices a los niños de hace ya varios años. Y esa felicidad ha sido trasladada al arte, en la inspiración de Hernán Cueva, quien está orgulloso de esta obra, junto con otras cincuenta inspiradas durante estos últimos doce meses.
La muestra, denominada Fricciones, se mantiene abierta en Ileana Viteri Galería de Arte, de la avenida González Suárez, al norte de Quito, y es una exposición individual de grabados concebidos al vaivén de las circunstancias cotidianas, por las que atraviesa la inquieta sociedad de la era mediática y tecnológica. Por ello, no llama la atención el encontrar trabajos sobre la televisión, el conflicto de los toros, el fútbol con jugadores referentes como el imbabureño Agustín Delgado.
Publicidad
“Es el reflejo de lo que vivimos: la tecnología que hoy juega un papel importante en la información y el conocimiento y esa velocidad que hace que nosotros cambiemos nuestras conductas. Los chicos de hoy prefieren resultados más rápidos en todo. Vivimos el tiempo de la velocidad”, explica el maestro.
“Cuando estaba en la escuela tenía una colección de caballos (de confite). Y poner esto en el cuadro es jugar con símbolos: evoco el drama de la vida, las guerras, los conflictos. Trabajar un caballo para mis cuadros es significativo. El caballo tiene esa imagen de fuerza, de poder y de nobleza. En la conquista de América el caballo fue fundamental. La gente pensaba que caballo y jinete eran uno solo. Y cuando veían que un caballo venía a galope la gente salía despavorida”, dice Cueva.
Publicidad
Pero sus grabados también tienen que ver con la sensualidad, con el pasado, con las figuras precolombinas. Sus colores son variados, aunque prevalecen el negro y el rojo. “El rojo es el color de la pasión”, se apresura a explicar Cueva, mientras se detiene al mirar la obra Nexus, donde aparecen la mujer y el pez en una fusión extraña y las piernas de la figura femenina se convierten en aletas.
Esta muestra es fruto de un año de trabajo, en el que la producción ha sido estupenda: cincuenta cuadros de diferentes dimensiones. La exposición recoge la última obra gráfica del artista que retoma, entre otras cosas, los grandes formatos. Y se denomina Fricciones porque responde al juego de palabras que para Cueva, es tan necesario en su obra. Sugiere desde la experiencia creativa, roce y ruido como también el teatro o el sueño de la vida. Las verdaderas metáforas, sin embargo, están para ser descubiertas y creadas solo por el público.
Cueva ha vuelto a su creación individual a gran ritmo, luego de haber dejado la Dirección de la Estampería quiteña hace ocho meses. Señala que la estampería le permitió contribuir a la apertura de un espacio mucho más amplio para que los chicos se dediquen al arte, dejando el papel de televidentes.
Cueva nunca está conforme con su obra, quizá por eso se la pasa ensayando. “No todas las obras salen de una sola”, dice.
Agrega que la creación le sale de lo que vive diariamente en el campo, en la montaña, en la academia. “Todo momento sirve como inspiración: el fútbol, las controversias por los toros, la lucha mediática, la polémica por la historia...”, refiere.
Apuntes
Hernán Cueva (1957), de amplia trayectoria en el grabado en Ecuador, es considerado el más representativo en este ámbito de su generación. Después de estar becado en la Academia de Bellas Artes de Perugia (Italia) y de realizar pasantías en Italia y en Francia, ha continuado su formación dentro y fuera del país.
La exposición Fricciones permanecerá abierta hasta este sábado.