Visualmente, el set-up de los músicos era impactante, dispuestos en tres niveles, de forma piramidal. Al tope, solo, en batería y timbales, Andrés Albán, el líder de Batukka, se encontraba listo para dejar todo en el escenario, tocando un programa extenuante que cubrió la música más orgiástica y representativa de Carlos Santana.