Imagínese que el continente americano está pintado de cuatro colores. Cada uno marca las zonas de mayor importancia para aves, mamíferos, reptiles y plantas vasculares (que almacenan agua en sus tallos). Con uno de ellos, el rojo, se identifica a la zona considerada como fundamental para la conservación de los cuatro grupos mencionados. Ese único punto está en Ecuador, dentro del Yasuní.
Esta nueva información cartográfica sobre la biodiversidad fue analizada por un grupo de científicos que alista una carta dirigida a autoridades ecuatorianas, internacionales y a la sociedad civil para destacar la importancia de conservar el Parque Nacional Yasuní (PNY).
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El documento empezó a redactarse el 12 de octubre, en Quito, en el foro ‘Científicos preocupados por Yasuní y el panorama actual’, en el que se presentó esta nueva información cartográfica sobre el PNY.
Desde el 2004, un equipo de sesenta investigadores de doce países –agrupados en el colectivo Científicos Preocupados por Yasuní– trabaja en documentar el valor biológico y la importancia de la conservación del Yasuní para proporcionar información técnica.
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El 31 de diciembre vence el plazo establecido por el presidente Rafael Correa para que la comunidad internacional aporte económicamente a cambio de no explotar los campos ITT (Ishipingo, Tiputini y Tambococha), dentro de esta área. El país ha recaudado unos $ 70 millones (que aún no se han entregado) de los $ 100 millones que el Gobierno espera hasta fin de año. Se propone dejar bajo tierra 846 millones de barriles de petróleo a cambio de una compensación de $ 3.600 millones a lo largo de 12 años.
El mapa cartográfico es uno de esos documentos. “Con esta nueva publicación se reafirma que el Parque Nacional Yasuní es la zona con mayor biodiversidad en el hemisferio occidental”, explicó en el foro el doctor Matt Finer, ecólogo de Save America’s Forests. “Puede convertirse en un refugio para especies amazónicas, cuya población puede llegar a ser inviable en otros lugares”, añadió.
El Parque Nacional Yasuní concentra 4.000 especies de plantas vasculares por cada 10.000 kilómetros cuadrados, una cifra superior a cualquier otra en el mundo, según el doctor Holger Kreft. Clinton Jenkins añadió que el 6,4% de América (una parte dentro del territorio ecuatoriano y otra en Perú) tiene la mayoría de las especies de aves, mamíferos y anfibios del continente.
John Kress, científico investigador en el Instituto Smithsoniano, de Washington, dice que el mapa sintetiza los conjuntos de datos más actuales y sugiere que el noreste de Ecuador y Perú, en efecto, puede tener el mayor número de aves, mamíferos, anfibios y plantas que conviven en 100 kilómetros cuadrados aproximadamente. “Esta diversidad es absolutamente asombrosa”.
El colectivo científico también resalta las 150 especies de anfibios documentados a lo largo del Parque Nacional Yasuní. Es un récord mundial para un área de ese tamaño, alrededor de 900 kilómetros cuadrados.
Para Margot Bass, presidenta de Finding Species, los bosques se enfrentan a una serie de graves amenazas, entre ellas, la explotación petrolera, la construcción de carreteras, la tala, la ganadería y las plantaciones de palma, que están impulsando la fragmentación y deforestación. “Ecuador está tratando de revertir estas tendencias. El valor de esta área podría perderse si no se toman acciones ahora”.
Hugo Mogollón, ecólogo tropical y director en Ecuador de Finding Species, hace un llamado a reconocer, en términos financieros, que el Yasuní proporciona servicios de los ecosistemas, tales como el almacenamiento de carbono, la producción de oxígeno, agua dulce, entre otros, y de los cuales se benefician todos los países.
Pablo Jarrín, director de la Estación Científica de Yasuní, de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, resalta que los problemas no terminarán al frenar una eventual explotación. Para él es más preocupante el crecimiento poblacional.
“El parque está rodeado de un ambiente que ya no es bosque, sino pastizales o ciudades, como Coca o Lago Agrio. Cada vez hay más gente, familias muy pobres que tienen 8 o 10 hijos. Es difícil pedirles que conserven la naturaleza. Necesitan recursos y esto trae la tala de bosque para reemplazarlo por cultivos o pastizales para ganado, la venta de madera, la cacería. Todo eso está erosionando el bosque. Es un proceso lento, pero constante. Se calcula que falta solo una generación para terminar con la Amazonía”.