Los vendedores están a cada paso. Forman una especie de calle de honor en los 70 km que comprende la procesión de la imagen de la Virgen de El Cisne, entre la parroquia de ese nombre y Loja. Son informales que instalan sus puestos a la madrugada, venden hasta la tarde que pasa la caminata y, enseguida, por la noche, van en busca de otro puesto para la siguiente jornada.