ANDREA MASMELA
CUENCA.- Con la elaboración de la milenaria Cruz de Chacana, compuesta por maíz, flores, frutas, representaciones de los cuatro elementos (aire, fuego, agua y tierra) y piezas de la cultura Cañari, dio inicio el ritual de agradecimiento a la Pacha Mama en Ingapirca.

En las cuatro puntas de la cruz se ubicaron los ancianos y shamanes de la zona, con rezos y cantos agradecieron a la Madre Tierra los frutos recibidos en la cosecha.

Ataviado con ropas blancas para estar en paz y armonía con el entorno, Taita Roque Ochoa, junto con decenas de niños de las diferentes escuelas de la parroquia Ingapirca, dio gracias a la Llacta Mamita (Tierra de Cosecha), porque por ella tienen la vida y la energía necesaria para trabajar.

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Los cantos en lengua quichua de Mama Mercedes Chuma, una de las ancianas de la comunidad, realzaron la solemnidad de la ceremonia, a la que asistieron unas 1.000 personas.

En su idioma nativo, la mujer hizo referencia a la conexión con la tierra de sus antepasados para, con ese rito recibir las bendiciones de los productos que se consumirán durante toda la celebración del Inti Raymi.

Así, los "taitas y mamas de la luz" acompañados de estudiantes y grupos de música y danza perpetuaron sus costumbres.

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Luego de la ceremonia religiosa, que duró cerca de una hora, los grupos de danzantes de las unidades educativas de la zona hicieron divirtieron a los asistentes ubicados en la entrada a las ruinas de Ingapirca.

En sus bailes, los niños efectuaron representaciones de las vivencias cotidianas de los indígenas cañaris, que diariamente rinden culto al Taita Inti (Padre Sol), porque sin su bendición las jornadas diarias serían inútiles.

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Pero, además de las 19 escuelas participantes, grupos de Quito, Cuenca, Cañar, Loja y la parroquia Bomboiza, del Oriente, danzaron al ritmo de la música andina durante varias horas.

Para fortificar el cuerpo, la mente y el espíritu se elaboró la pampa mesa. En una gigantesca tela ubicada sobre la tierra, se distribuyeron papas, mote, cuy, carne de borrego, choclos, habas, mellocos y chicha para alimentar a los asistentes.

Entrada la tarde, los bailes continuaron hasta la noche, cuando se efectuó la elección de la Ñusta, donde participaron 6 jóvenes representantes de las comunidades de Sisad, Silante Alto, Colegio Ingapirca, Rumiloma, San José de Mazanqui y Chorroloma.

Las bellas mujeres cañaris, vestidas con sus ropajes tradicionales, desfilaron por un gran escenario donde con respondieron preguntas que demostraron sus conocimientos referentes a la cultura de sus antepasados.

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El grupo Ñanda Mañachic animó la fiesta que duró hasta altas horas de la noche con juegos de luces y música que animó y puso a bailar a los presentes.

Las festividades del Inti Raymi continuaron hasta ayer con danzas y música de las comunidades, cerca del medio día se efectuó un nuevo ritual ancestral de agradecimiento por la vida y bendición del nuevo ciclo agrícola con la participación de los taitas y mamas de luz.