No puedo creer que existan en mi país movimientos que protesten tan activamente por la tala de los árboles o los derechos de los animales, y no es que esto no esté bien, solo creo que cuando en América Latina contamos con una tasa de mortalidad infantil solo superada por África, me parece que le podríamos preguntar del tema a cualquier madre que haya perdido a su hijo recién nacido por una diarrea, y no haya tenido los medios para comprarle un suero. Eso sí llena de vergüenza, y no los kilómetros de aéreas verdes que podamos tener por habitante. Creo que cuando los índices de la mortalidad infantil, del acceso a la educación y de la delincuencia nuestros lleguen a compararse a los de cualquier nación desarrollada, recién allí nos podremos sentar a conversar de ecología y maltrato animal, y quizá sea demasiado tarde, pero es un riesgo que hay que correr. Nuestra prioridad debe ser siempre las personas (familias, amigos, compatriotas) y luego los animales y las plantas.
Fabricio Sánchez Avilés,
Montreal, Canadá