AGENCIAS
RÍO DE JANEIRO, Brasil.- La tragedia irrumpió ayer en una escuela de la periferia de Río de Janeiro, en el barrio de Realengo, en la que un exalumno, aparentemente desequilibrado, abrió fuego contra niños que comenzaban las clases del día y mató a por lo menos doce de ellos e hirió a otros doce, antes de suicidarse.
Testigos citados por las autoridades dijeron que el agresor, identificado como Wellington Menezes de Oliveira, de 24 años, que estaba bien vestido, entró en la escuela municipal Tasso da Silveira, asegurando que era un conferenciante que iba a participar en un seminario con motivo del cuadragésimo aniversario del plantel y habló tranquilamente con una profesora que le reconoció como exalumno.
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"Así logró tener acceso al tercer piso del edificio, donde se concentró el ataque", explicó el coronel Evandro Bezerra, del Cuerpo de Bomberos. Menezes de Oliveira "vino a la escuela preparado para hacer eso", resumió el bombero.
Cuando comenzaron los disparos, alrededor de las 08:30, había unas 400 personas dentro de la escuela.
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Dos jóvenes, uno con una herida por arma de fuego, salieron corriendo de la escuela hacia una patrulla policial a dos cuadras de distancia. "Yo estaba a dos cuadras cuando un estudiante herido llegó hasta donde yo estaba y me pidió ayuda", dijo el policía Marcio Alves.
"Corrí a la escuela y vi al pistolero en el segundo piso. Me vio y me apuntó con su arma. Le disparé a las piernas, cayó por las escaleras y luego se pegó un tiro en la cabeza", agregó.
Tres helicópteros aterrizaron y despegaron en un campo de fútbol cercano a la escuela para llevar heridos a hospitales cercanos.
Según el coronel Djalma Beltrame, de la Policía Militar, agentes de policía hacían un operativo de rutina en las proximidades de la escuela. "Si los policías no llegan tan rápido la tragedia habría sido todavía mayor, porque el hombre tenía mucha munición, y cargaba dos armas", dijo.
La matanza ha causado consternación en Brasil, un país que pese a los altos índices de asesinatos y violencia no había sido escenario nunca de una tragedia de este tipo.
Los disparos alteraron a los vecinos que se agolparon frente al lugar en busca de noticias de sus hijos. Muchos padres de familia entraron en estado de shock al constatar que sus hijos estaban entre los muertos o heridos.
Las víctimas mortales son diez niñas y dos niños de entre 12 y 14 años, la mayoría de las cuales fue alcanzada por impactos de bala en la cabeza y en el tórax. Otros doce estudiantes que resultaron heridos fueron ingresados en distintos hospitales de la zona y, según los médicos, cuatro de ellos están en estado grave.
En los hospitales se vivieron escenas desgarradoras de familiares que se abrazaban unos con otros al enterarse de la magnitud de la tragedia.
Menezes de Oliveira, que según un antiguo patrón suyo era una persona "introvertida y calmada", dejó una carta con instrucciones sobre su entierro.
En la nota publicada por la Policía, el pistolero pide que su cadáver sea "lavado" y recomienda que no sea tocado por "impuros" y que solo lo hagan "los castos o los que perdieron su castidad después del matrimonio y no se involucraron en adulterio".
Inicialmente se dijo que Menezes de Oliveira había hecho menciones en su carta al islam y a que estaba infectado con el virus del sida, pero en la carta mostrada a la prensa no hay esas referencias.
La presidenta Rousseff estuvo a punto de romper en llanto al pedir un minuto de silencio por las víctimas en un acto con jóvenes emprendedores en Brasilia. "No era de las características del país que ocurriera ese tipo de crimen, por eso considero que todos nosotros estamos unidos en el repudio a este tipo de violencia, sobre todo con niños indefensos", dijo.
La mandataria, que definió a las víctimas como "brasileñitos a los que se les quitó la vida tan temprano", decretó tres días de luto oficial.
El gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral, definió al asesino como "psicópata" y "animal".
Los padres de Menezes declararon a la televisión que era su hijo adoptivo y que había abandonado el hogar hacía ocho meses.