QUITO
.- La voz gitana del cantaor español Diego el Cigala se apoderó, el jueves pasado, del Teatro Nacional de la Casa de la Cultura y cautivó a quienes llenaron el escenario capitalino para escuchar el último trabajo del intérprete, denominado Cigala&Tango.

Para las 20:20 el teatro lucía completamente lleno y la impaciencia por ver al artista flamenco era evidente entre los presentes. Diez minutos más tarde hizo su aparición en el escenario el cantante ecuatoriano Carlos Grijalva, quien, acompañado de la guitarra del maestro Claudio Durán, cantó de forma impecable varios tangos, marcando el preámbulo ideal para los que se vendría con el español.

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Pasadas las 21:00 las luces del Teatro Nacional se apagaron y solo un tenue resplandor permitía ver a cinco músicos sobre el escenario, entonando las inconfundibles notas de la música porteña argentina. Luego apareció Diego vestido de traje oscuro y se vino el delirio.

"Estoy emocionado de ver este pedazo de afición, que Dios los bendiga a todos", dijo el Cigala y se dedicó a hacer lo que mejor sabe, cantar tangos, boleros, flamencos y bulerías.

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El día que me quieras, de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera, puso a cantar a los fanáticos del cantaor que no dejó de acompañar sus temas con las palmas y el movimiento de las manos, al puro estilo de los bailadores de flamenco. "Vamos a cantarle al amor", anotó con voz casi imperceptible, y el piano de Jaime Calabuch entonó la introducción de Alfonsina y el mar. El Cigala la cantó íntegramente con los ojos cerrados mientras se tocaba el corazón.

En el palco, Luisa Beltrán se secaba disimuladamente las lágrimas por debajo de sus lentes, mientras aprobaba con su cabeza la versión del cantaor español del clásico que popularizó Mercedes Sosa.

Diego había advertido que el proyecto Cigala&Tango no es una fusión sino una especie de entrelazamiento del tango con el flamenco y eso se pudo confirmar la noche del jueves. También dijo, durante el conversatorio con los medios de comunicación el martes pasado, que sentía cierto temor al interpretar Youkali.

Sin embargo, ese temor no fue percibido por los presentes, quienes se deleitaron con la fuerza de la voz de Diego y el magistral acompañamiento del violín de Pablo Agri. Youkali fue la pieza que más arreglos musicales propios del tango se presentó en el Teatro Nacional.

Pero también hizo un recorrido por otras obras de su discografía. Del álbum Lágrimas negras, que lo produjo con Bebo Valdez, extrajo Corazón Loco y Dos gardenias con ritmos muy latinos.

Del álbum Picasso en mis ojos, un homenaje al padre del cubismo Pablo Picasso, cantó La Paloma y Chanelando, donde se pudo disfrutar su faceta más flamenca y gitana.

Luego de cantar por casi dos horas El Cigala se despidió del público capitalino que pedía "una más". El gitano volvió al escenario y complació con Lágrimas Negras. Al final los asistentes salieron satisfechos. Para muchos el concierto de Diego fue uno de los mejores de los últimos tiempos en Quito.