Bryant Caballero, Bertha Díaz, Antonio de Diego, Alejo Medina y Maico Silveira son de diferentes países y culturas, incluso uno habla un idioma distinto al de los demás. No obstante, a ellos los une su pasión por las artes escénicas. Esto fue lo que los llevó a crear, pese a las distancias, la revista El Sótano, que vio la luz en el medio virtual el pasado domingo, a propósito del Día del Teatro.

Dando clic en las diferentes opciones de la revista (www.revistaelsotano.org), el internauta se puede encontrar actualmente con la lectura del dossier ‘Postdramatismo: el teatro más allá de sus bordes’. También hay una entrevista al artista visual, director teatral y pedagogo artístico colombiano Rolf Abderhalden; crónicas de espectáculos teatrales en México, entre otros temas.

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Los contenidos de este trabajo –que se actualizará cada tres meses– están a cargo de esos jóvenes dedicados a las artes escénicas, entre quienes consta Díaz, una periodista guayaquileña que fue eje de El Sótano.

Cuenta que todo comenzó a inicios del 2010, mientras hacía parte de su masterado en Artes del Espectáculo Vivo. La Comisión Europea fue el organismo que le dio la beca, que consistía en cursar sus estudios por un año en Bruselas (Bélgica), seis meses en Sevilla (España) y otros seis meses en París (Francia).

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Mientras residió en la ciudad española, Díaz conoció a tres jóvenes de su masterado (Bryant Caballero, de México; Alejo Medina, de Uruguay, y Maico Silveira, de Brasil), con los que coincidió en cuanto a “complicidad ideoestética, y queríamos generar cosas”.

“Nos llamaba mucho la atención la investigación de artes escénicas; además, queríamos transgredir conceptos de estética jugando y preguntando”, explica Díaz.

Entre reuniones con sus compañeros decidieron formar un colectivo, al que bautizaron Laborescena, con el cual realizaban funciones teatrales. Meses después, mientras Díaz terminaba sus estudios en París, organizaban vía Skype el montaje de una obra en Sevilla. “Nos preocupaba el espacio”, detalla, y cuenta que uno de los compañeros propuso hacerlo en el sótano del edifico donde vivía.

“Todo salió excelente, a la gente le encantó. Entonces vimos que este espacio nos identificaba”, precisa. Desde mayo de ese año surgió el colectivo teatral El Sótano.

Al grupo se integró posteriormente el español Antonio de Diego. “Siempre estaba con nosotros, pero no como miembro del grupo, hasta que nos dijo que le interesaba mucho nuestro trabajo y quería compartir con nosotros, pero desde adentro”, explica la guayaquileña.

Y como todos ya habían finalizado la maestría, cada quien debía volver a sus países. “Pero nos vimos en la necesidad de seguir creando cosas con respecto al teatro. Así salió la idea de la revista, que le pusimos el nombre de nuestro grupo”, cuenta.

La distancia, refiere, en ocasiones dificulta la labor, pero estos jóvenes siguen manteniendo comunicación vía Skype. Así proponen los temas para las ediciones de la revista.

“La distancia nos permite conocer lo que pasa en otras partes y esas visiones las condensamos en El Sótano”, dice Díaz.