QUITO
.- "Cuando necesitaba para comprar cocaína no me importaba dañar a la gente. A muchos maltraté para robarles, pero de lo que me arrepiento es haber matado a mi padre a golpes cuando estuve bien trabado (drogado) por unos dólares", cuenta Walter, un joven de 25 años que ha pasado los últimos cinco detenido por homicidio en el penal García Moreno de la capital.