La última cima es el título de un documental que merece verse, analizarse y procesarse.
La analogía de la conquista de las cumbres de las montañas con el encuentro con Dios, está finamente fraguada en este filme y además hace palpar su sentido trascendente cuando el padre Pablo Domínguez Prieto retorna al Creador, luego de coronar El Moncayo; la cumbre más alta del sistema ibérico montañoso.
La película se inicia con las palabras de Juan Manual Cotelo, su autor: “si hoy sacrifico a un sacerdote en público, voy a tener éxito y me van dar importantes premios; si por el contrario, hablo bien de un cura, me van a crucificar a mí pues, ¡tengo un problema!, porque he conocido a un sacerdote buenísimo, sí, y me encantaría contarlo. Se podría pensar –continúa Cotelo– que la vida de Pablo no da para una película porque no es pederasta, no es mujeriego, no es ladrón, tampoco es exorcista, no es misionero de la selva, no es ni siquiera párroco; sin embargo, estoy convencido de que su vida merece la pena ser conocida, porque es nada más ni nada menos, que un buen cura”.
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La cotidianidad con vivencia extraordinaria, la santificación, los impresionantes testimonios de las personas que tocó su existencia, lecciones de vida, experiencias ejemplares, el amor a Dios y a la Virgen María, la entrega total al servicio de las almas, la sencillez y la paz que esparce ese santo cura –y tantos otros sacerdotes anónimos–, acertadamente plasmados en esta película, tranquilizan el alma, infunden esperanza y revelan cómo el mal se ahoga en abundancia de bien.
Roque Morán Latorre,
Guayaquil