QUITO
.- "Nunca pensé que algo tan normal como subirse a un taxi en la calle me cambiaría la vida. Al recordar lo que pasó me aterro y espero que algún día atrapen a los desalmados que me condenaron a lo indecible", cuenta Lucy (nombre protegido), a quien en un secuestro express no solo le robaron dinero sino también su cuerpo.
El vía crucis de Lucy se inició un viernes hace tres meses pasadas las 19:00. Ella salía de su trabajo ubicado en el sector financiero de la capital. La lluvia de esa noche la hizo decidirse por tomar un taxi amarillo que cruzaba para irse a su casa.
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Cuando la chica le dijo al conductor a dónde quería ir él le contestó que sabía el atajo exacto para evitar el tráfico. Ella se convenció. Diez minutos después el taxista habló con alguien por teléfono. "El chofer le dijo que se iba con una carrera al norte por donde siempre y colgó. Un par de minutos después lo volvieron a llamar e inmediatamente abordó un hombre corpulento y se sentó junto a mí", cuenta la joven de 27 años oriunda de Manabí.
En ese instante el maleante le quitó sus tarjetas de crédito y le exigió sus claves. Luego de pasar por varios cajeros retirando $ 400 se dirigieron al sur. Lucy pensó que ahí terminaba todo y que la iban a abandonar, pero los delincuentes la violaron.
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El caso de Lucy terminó siendo parte de las denuncias por violación sexual que posee la Fiscalía, pero lo preocupante para la Policía, paralelamente al abuso, es el secuestro express que originó todo.
El mayor Silvio Dávila, jefe de la Brigada de Delitos contra la Propiedad de la Policía Judicial de Pichincha (PJP), reconoce que existe secuestro express en Quito, pero aclara que pese a la extensión de la ciudad este delito no ha tenido el desarrollo como en otras zonas del país.
Al menos 12 denuncias reposan en la PJP sobre casos con la modalidad de secuestro express en lo que va del 2010.
Según Dávila, este delito ha tenido un impacto intermitente en la capital y habla de un promedio de uno o dos casos mensuales que se reportan por este hecho. "El número de casos no es grande pero el delito preocupa", dice el oficial.
En octubre, las estadísticas del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana del Municipio de Quito presentaron un solo caso y lo señalan como robo express dentro de los 638 delitos dados contra personas en la capital.
Dávila comenta que el secuestro express es un apéndice del plagio y que ha llegado al país como ocurre en México, Colombia o Argentina.
"Los secuestradores comunes tienen recursos para mantener en cautiverio a una persona, mientras que los express buscan hacerse de cantidades relativamente pequeñas en corto tiempo", explica Dávila.
Cifras de la Dirección Nacional de la Policía Judicial sobre este delito demuestran que, un comparativo realizado entre enero y agosto del 2009 y el 2010, este delito tuvo un incremento de denuncias de 204,62%, es decir, pasó de 195 denuncias a 594 en el 2010.
En cambio, en cuanto a detenidos por este hecho la cifra tuvo un decrecimiento del 50%. En los primeros ocho meses del 2009 se detuvo a 18 personas, mientras que en el mismo lapso del 2010 se capturó a 9.
De las investigaciones de la PJP que se ha hecho a las denuncias por secuestro express se desprende que en Quito al menos el 70% de los casos se perpetró usando un taxi amarillo legal, ilegal o los denominados ejecutivos. Aparentemente el restante 30% de estos delitos fue realizado utilizando el carro de la víctima o uno particular de los delincuentes.
El penalista Hugo Oña mantiene que las cifras de denuncias no reflejan la realidad de un delito determinado. Explica que puede existir una cifra negra en cuanto al secuestro express en la ciudad y en el país, ya que las denuncias podrían estarse dirigiendo en forma equivocada o privilegiando el delito mayor. Como el caso de Lucy.
"Yo he visto cómo secuestros express terminan siendo denunciados como robos agravados. Esto no solo es un problema de la ley, sino de los abogados que no guían bien a sus clientes", acota.
Paralelamente al secuestro express, que en otros países se lo llama 'paseo millonario', se dan delitos conexos como la falsificación de sellos públicos para la colocación en autos que se los hace pasar como taxis legales y el robo de frecuencias de radio a compañías de taxi legalmente constituidas.
Según Jaime, un taxista que labora en una compañía del sur de la ciudad, existirían talleres mecánicos en los que pintan de amarillo a autos particulares con el fin de confundir al cliente y asaltarlo. En estos sitios, a decir de la fuente, también les facilitarían a los delincuentes sellos de compañías de taxi y permisos clonados de circulación que entrega la Empresa Metropolitana de Vialidad y Obras Públicas de Quito.
Por otra parte, los delincuentes también estarían interceptando las comunicaciones de los taxistas con sus clientes para adelantarse a tomar al pasajero, cuenta Jaime. Para esto, las bandas utilizarían las radios que se sustraen a los taxistas y que luego son reprogramadas, de acuerdo con la señal que se desee, en locales radiotécnicos bajo costos de ente $ 2 y $ 5.
El oficial Dávila confirma que en los últimos meses se han incrementado las denuncias del robo de aparatos de intercomunicación de taxistas.
La hora preferida para atacar a sus víctimas sería a partir de las 19:00. La explicación: los delincuentes aprovecharían el cambio de día para retirar de los cajeros dos veces el máximo que el banco le puede entregar a un cliente diariamente.
Sellos
La Policía recomienda que no se deben tomar taxis que presenten sellos desprendidos o sobrepuestos. Asimismo, verificar si el taxi solicitado corresponde a las características dadas por la compañía a la que se llamó.
Llamada
Se sugiere hacer una llamada a un conocido informando los datos del taxi que tomó, la hora en la que lo abordó y el tiempo que le tomará llegar.