EFE
PEKIN.- En China el uso del abanico es muy popular entre hombres y mujeres, que, sin distinciones, giran sin descanso este objeto cuando se ven azotados por las altas temperaturas del verano, y por ello son muchos los que muestran su perplejidad cuando escuchan que en España es utilizado principalmente por las féminas.
Los historiadores del gigante asiático sitúan la aparición del abanico hace unos 3.000 años y, según explican, ya en la dinastía Shang (XVI-XI AC) los había de muy distintos tipos.
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Muchos se hacían con papel, seda, pluma, bambú o paja, pero en todos ellos, independientemente del material, se prestaba mucha atención a sus varillas y a la pintura de la superficie.
Poco a poco el abanico fue convirtiéndose en una especie de lienzo donde los calígrafos dejaban deslizar su tinta, e importantes artistas chinos como Qi Baishi o Zhang Daqian lo utilizaron como medio de expresión, hasta finalmente ser considerados obras de arte.
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Símbolo de autoridad y de poder, era colocado también en las estancias de la familia imperial como distintivo social.
A pesar de que antiguamente las mujeres lo utilizaban con mayor frecuencia que los hombres, siempre ha sido una pieza usada por ambos sexos, y es más frecuente ver a los varones con abanicos grandes.
"Pues mi hijo acaba de regresar de España y a mí no me ha comentado nada de este tema", cuenta sin inmutarse Lang Guinyong, que se encuentra plácidamente tumbado en un banco mientras mueve con esmero un enorme abanico que asegura tener desde hace nada menos que 30 años.
No muy lejos, pero fuera de la multitud que puebla especialmente en verano los parques pequineses, otro hombre, He Yin, de 66 años de edad, comenta a Efe que él siempre los ha usado y en verano le resulta imposible separarse de ellos.
Uno de los lugares de producción más famosos es la ciudad de Hangzhou, en la provincia de Zhejiang, situada en el este del gigante asiático, donde se fabrican abanicos de papel negro, de madera de sándalo o de marfil, y se exportan a millones a países como Japón o Corea del Sur.
Porque, en China, el abanico sigue cumpliendo con éxito su función práctica, que no es otra que la de simplemente combatir el calor, moviéndolo lenta o rápidamente, con la cabeza erguida y sin diferencias.