La violencia a las mujeres, el mundo transexual, la crisis bancaria, son algunas de las temáticas que la artista chilena-israelí Sara Roitman ha contado a través de la fotografía arte. Esta noche inaugura una exposición con 42 obras representativas de su trabajo en la galería Patricia Meier.

¿Cómo nace un trabajo de fotografía arte?
Mi obra es conceptual, siempre parto de una idea. Tomo notas, escribo y luego empiezo a fotografiar. He hecho diseño y luego pasé al arte, me topé con la fotografía, que es mi herramienta más fuerte. La cuestión no es la perfección, es el discurso de la fotografía.

¿Cuánto le toma instalar las obras?
Me puede tomar uno, dos, tres, cinco años... Lo que me gusta es seguir ampliando la visión muy pequeña o limitada sobre algo específico, pero al trabajarlo, al investigarlo, es como un árbol genealógico. No siempre tengo esa urgencia de mostrar todo lo que hago, por eso no es una retrospectiva, es como si lo hubiera hecho hoy. Los tiempos no son tan importantes.

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¿Cuál es el tema de su exposición en Guayaquil?
Esta es una exposición que se armó para acompañar el libro Imperdible, que se terminó en el 2009. La idea era crear una exposición que sustente el libro. Para esta exposición, creo el imperdible en plata y resinas poliéster, es una serie limitada de 20 imperdibles. Voy a presentar el objeto joya, es una pieza de arte que se lo puede poner y llevar a casa. Es emblemático, es como reinventar el imperdible. Además, presentaré unos intaglios (grabados) de alto relieve en blanco que se hicieron del imperdible. Es una propuesta artística y material contemporánea.

¿Cuándo apareció el objeto Imperdible en su obra?
Cuando hice la obra Yoes, que hablaba de identidad y de los múltiples yos, ahí hablé del imperdible. Esto es 1998. Son obras emblemáticas que van a exponerse, son los pilares de mi trabajo.

¿Qué significa el imperdible en su obra?
El imperdible, como todos lo conocemos en su sentido más popular, es aquel alfiler que hace que dos cosas que se han roto puedan unirlas o es algo que uno no quiere perder. De alguna manera se remite a la memoria, de pronto a los retratos familiares.

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El imperdible es ese objeto que me permite juntar esas cosas que metafóricamente no se pueden perder. Entonces era muy coherente darle al libro ese título como si ahí estuvieran aquellas cosas que no se pueden perder.

En su obra encontramos una instalación de las muñecas, unas maquilladas, otras sin ojos. ¿Qué quiso representar?
El tema de las muñecas me interesa, me intriga. Empecé hace cinco años a fotografiar las muñecas, no soy coleccionista, tengo algunos elementos que he comprado. Me interesa esa muñeca en su hábitat normal, en el mercado en donde se vende, en la basura en donde se bota, en un mercado de pulgas en donde se intercambia, hay un trueque.

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Todos hemos tenido en la niñez esta experiencia de la muñeca sofisticada, una de trapo, una que hizo la abuela, que me tejió mi tía, mi mamá. Siempre hemos tenido esa figura humana, esa cosa chiquita como juguete para el niño. Ha sido como un objeto de agresión de la época de la Barbie, de cómo está ese discurso mediático, cómo queremos vernos o cómo la mujer debe verse. Ese ideal no existe. Mi intención es qué puedo resignificar en la muñeca.

¿Hablar de la sociedad en la que vive?
El artista habla de su sociedad inmediata más lejana, lo que pasa en el mundo son cosas que nos afectan. Para mí, es mirar el mundo y reinventarlo, es decir, apuntar a algo que me gustaría llamar la atención del público. Al fin y al cabo cada persona que ve la obra la interpreta a su manera. El arte está en los ojos del que ve, no del que hace la obra.

Sobre la realidad trans, ¿cuál es la propuesta?
He hecho un trabajo con los transexuales que se llama Espacios mínimos, era otra visión de la identidad como una mujer habita el cuerpo masculino.

¿Por qué empezar a contar estos temas desde la fotografía?
La fotografía es mi herramienta, es mi medio. No me interesa hacer una fotografía escandalosa, mostrar a un transexual desnudo, no es esa la sutileza. Ella es un él, pero es un retrato. No me interesa la parte del morbo, sino entender, llevado a un estado de arte, el cuerpo como hábitat. En este caso, como el tema es amplio, me concentré en los transexuales que tienen cuerpo de hombre pero se sienten mujeres. Cómo esa mujer habita ese cuerpo. En otras de mis obras los chanchos representaron la crisis bancaria del 2008 y yo hice los chanchitos que tienen algunos papeles que cumplir. Esa idea de la cuestión material, por un lado amuleto, es ese cepo que debes ahorrar para otra crisis y luego se lo pinto de dorado. Con la fotografía de un trabajo de instalación sale otra obra. Los estímulos vienen desde el mismo trabajo, se amplía el discurso, me interesan cosas que se derivan de lo que estoy haciendo, voy a leer e investigar; siempre las obras de alguna manera pueden ser muy diferentes pero, para mí, hay un hilo conductor.

Apuntes
La exposición de la artista Sara Roitman se inaugura esta noche, a las 19:30, en la galería Patricia Meier, Arte, Cultura, Diseño, en Samborondón Business Center, local LB 4 (kilómetro 1,5 de la vía a Samborondón). La entrada a esta actividad es gratuita.

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