EE. UU.
He estado tratando de entender al movimiento del Motín del Té. Suena a mucha gente enojada, que quiere sacar al Gobierno de su vida, y reducir tanto los impuestos como los déficits. Nada malo con eso –aunque uno sí se pregunta dónde estaban en los años de Bush–. No importa. Estoy seguro de que como todos esos movimientos de protesta, los amotinados obtendrán su 10 a 20% del voto. Sin embargo, si los motineros realmente aspiran a salirse de ese rango, atraer muchísimos jóvenes y convertirse en algo más que solo entretenimiento para Fox News, tengo una sugerencia:
Convertirse en el Motín del Té Verde.
Me encantaría diseñar el logotipo para las camisetas y escribir el manifiesto. El logo es fácil. Mostraría a jóvenes estadounidenses lanzando barriles de petróleo importado de Venezuela y Arabia Saudita a la bahía de Boston.
El manifiesto también es fácil: “Nosotros, el Motín del Té Verde, creemos que la forma más efectiva de avanzar en la seguridad nacional y la vitalidad económica de Estados Unidos sería imponer una Tarifa Patriota de 10 dólares a cada barril de petróleo importado, y todo lo recaudado iría a pagar nuestra deuda nacional”.
Estados Unidos hoy importa alrededor de 11 millones de barriles diarios, cerca de 57% del total de nuestras necesidades petroleras –en su mayor parte de Canadá, México, Venezuela, Arabia Saudita y Nigeria–. En enero del 2010, nuestro déficit comercial del mes fue de 37.300 millones de dólares, de los cuales 27.500 millones de dólares fue dinero que enviamos al extranjero para importar petróleo.
Si establecemos una Tarifa Patriota a todos esos barriles importados, usaríamos menos, dejaríamos de enriquecer a regímenes malos, fortaleceríamos nuestro propio dólar, haríamos más limpio el aire y más estable al clima, fomentaríamos la explotación de fuentes de energía renovable y nacionales, promoveríamos vehículos eléctricos, ayudaríamos a bajar los precios mundiales del petróleo (lo que afectaría a Irán y ayudaría a la África pobre), y podríamos usar los ingresos para reducir el déficit. Es ganar, ganar, ganar, ganar, ganar, ganar.
En efecto, el Motín del Té Verde podría decir: “Tenemos nuestro propio plan de atención de la salud; uno que haga saludable a Estados Unidos al simultáneamente promover la seguridad energética, la seguridad en el déficit y la seguridad ambiental”.
“Piensen en ello”, dijo Carl Pope, el presidente del Club Sierra. “El té verde está lleno de antioxidantes”, que algunos creen ayuda a reducir el cáncer y las enfermedades cardiacas. “Es realmente bueno para la salud”. Y el Motín del Té Verde, agregó, podría ser bueno para la salud del país “al aprovechar toda su energía y política no convencional” para acabar con nuestra adicción al petróleo.
Sí, ya sé, sigo soñando. El Motín del Té se encamina al difícil derecho libertario y nunca apoyaría una iniciativa de ley sobre energía que establezca una tarifa al carbono.
Así que si ha de haber un Motín del Té Verde, tendrá que surgir de un lugar diferente –el centro radical–, un centro comprometido con un alejamiento radical de lo mismo de siempre. Con ese impulso, se espera que los senadores John Kerry, Lindsey Graham y Joseph Lieberman revelen una iniciativa de ley bipartidista sobre el clima, la energía y el empleo que merece el apoyo de un Motín del Té Verde enérgico.
Esta iniciativa está lejos de ser perfecta. Es una pena que las industrias de combustibles fósiles aún tengan semejante dominio sobre el Congreso. Sin embargo, es lo mejor que obtendremos, y tenemos que comenzar. Sin embargo, sin un movimiento centrista del Motín del Té Verde –uno que aporte la misma pasión a reducir las emisiones que la del Motín del Té a la reducción de déficits– no se aprobará ni siquiera este esfuerzo.
Esta iniciativa introduce un precio al carbono y otros medios para controlar las emisiones de bióxido de carbono de varios sectores de la economía, sin un sistema de tope y trueque en toda ella. Su objetivo es reducir las emisiones de gases invernadero en 17% para el 2020, respecto de los niveles del 2005. Sin embargo, para obtener apoyo amplio, también expandirá la producción interna de petróleo, gas natural y energía nuclear, y ofrecerá exenciones fiscales a manufactureros que hagan sus instalaciones más eficientes energéticamente y generen empleos verdes.
“Ninguna iniciativa de ley que pudiera aprobar el Congreso en este momento o en el futuro inmediato sería suficiente para producir energía limpia suficiente para mitigar el cambio climático al ritmo que lo necesitamos”, observó el físico Joe Romm, quien escribe la bitácora climateprogress.org y es autor de un nuevo libro perceptivo sobre este tema, Straight Up. “Simplemente, no estamos lo suficientemente desesperados para hacer lo que se necesita, que es el desplazamiento sin parar de una cantidad asombrosa de energía baja en carbono, incluida la eficiencia energética, durante lo que resta del siglo”.
La razón por la que un Motín del Té Verde debería unirse al apoyo a esta iniciativa de ley, argumentó Romm, es porque establecerá un precio a la contaminación por carbono y ayudará a fomentar la comercialización de tecnologías limpias –como híbridos, baterías y energía solar– a escala suficiente para permitir que Estados Unidos rápidamente la incremente cuando la gravedad del cambio climático se vuelva ineludiblemente obvio para todos.
En resumen, la iniciativa es un paso en la dirección correcta hacia la reducción de los gases invernadero y la expansión de nuestra base de tecnologías de energía limpia, para poder competir con China en esta industria mundial más reciente. No es perfecta pero tampoco un puf. Y si no empezamos ahora, cada panel solar, coche eléctrico y turbina eólica que tendremos que comprar cuando el cambio climático realmente golpee, vendrá con instrucciones en chino. Vamos, Motín del Té Verde.
© 2010 The New York Times News Service.