Diego Cornejo Menacho lanzó al mundo su nuevo orgullo: su tercera novela. Así lo afirmó durante una entrevista con este Diario en uno de los sitios donde ejerce el periodismo. En su obra ha depositado días, madrugadas y noches de reflexión, investigación, sacrificio, cariño y esperanzas. Ha sido escrita en Quito y en Los Ángeles (EE.UU.), en su recámara, en su sala, en su estudio, en un café, durante un vuelo... Se emocionó cuando creyó que la obra estaba terminada. Y más todavía cuando recibió beneplácitos de quienes leyeron su borrador y le hicieron únicamente sugerencias de forma. Fue cuando pensó que su trabajo estaba listo para competir en las grandes ligas literarias. Las segundas criaturas se encuentra ya en estanterías de librerías locales, a la espera de lectores dispuestos a compartir fantasías y a “contribuir ayudando a construir la historia, a ponerle en un sentido lógico”.

¿Dónde nace la idea de esta novela?
Esta novela es la historia de un personaje de ficción que se llama Marcelo Chiriboga. Es un nombre puesto al personaje por un escritor chileno, José Donoso, conjuntamente con un escritor mexicano, Carlos Fuentes. Cuando los ecuatorianos hemos leído algunos libros de estos escritores, hay una referencia a Marcelo Chiriboga, que participó con éxito en el ‘boom’ de la literatura latinoamericana de los años sesenta. Frente a esto, en Ecuador hubo una respuesta incómoda, sobre todo de sectores de la crítica literaria que consideraban que esto fue una ofensa por parte del chileno y del mexicano a los escritores ecuatorianos. Nadie había respondido desde la ficción, que es la opción que yo tomo. Tomo la opción de desarrollarle al personaje en el sentido de nacionalizarle, porque cuando uno lee los libros de Fuentes o Donoso no se siente que es un ecuatoriano. He querido ecuatorianizar la figura que algunos llaman mítica de Marcelo Chiriboga.

¿Y la novela logra ese propósito?
He trabajado con esa intención, pero creo que los lectores deberían decir si lo he logrado o no. El libro también es una visión de la segunda mitad del siglo XX en el Ecuador, en el ámbito de la literatura y de los grupos que han trabajado en torno a la creación literaria. Este es otro elemento que está en el universo de este personaje, Marcelo Chiriboga.

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Durante el relato de la novela el escritor se apodera del personaje, de Marcelo Chiriboga. ¿Esa fue la intención?
La novela comienza cuando el personaje está muriendo. Está construida con base en una estructura de desplazamientos temporales. El libro está lleno de anzuelos y misterios para incentivar la curiosidad y el interés del lector. Es una novela que, probablemente, es exigente con el lector. Cuando se construye una novela con el recurso de desplazamientos temporales, el lector debe contribuir ayudando a construir la historia, a ponerle un sentido lógico.

¿Está muy entusiasmado con Las segundas criaturas?
Es una novela que la trabajé durante un año. Es mi tercera novela y mi quinto libro (tiene otro de cuentos breves y un informe periodístico). No encuentro una satisfacción definitiva. Siempre repito: yo escribo para aprender a escribir. Esto es un proceso de creación constante que me interesa íntimamente porque eso me diferencia de los animales. Y cuando me preguntan “¿por qué quieres escribir?”, digo por eso: porque si me pongo otro propósito, uno sufre cuando está en un proceso creativo.

¿Y ya hay otro propósito?
Sí. Desde el año pasado estoy escribiendo otra novela. Las segundas criaturas se concluyó en los primeros meses del 2009. Ha pasado un gran tiempo ya.

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¿La sensación de terminar de escribir una novela es la misma que se experimenta cuando se concluye la redacción de una nota periodística, es decir, se quiere inmediatamente redactar otra noticia?
Sí, pero en algún momento uno puede sentirse vacío o con muchas cosas que dejó de decir (en la nota periodística). Creo que esto es más en una nota periodística. Aquí, en la novela, a veces se produce un vacío, la sensación de vacío, la sensación de que te descargaste totalmente. Porque una novela es una carrera de resistencia, no de velocidad. De manera que pones todo lo que puedas poner alrededor de una historia.

Diego Cornejo Menacho es editor, consultor editorial, periodista, pintor, escritor, pero ¿dónde se siente como pez en el agua?
Me apasiona la creación. Si hay elementos creativos en el periodismo, que los hay, por supuesto que me entusiasma. En pintura y en literatura es lo mismo. Creo que en la literatura uno puede bucear más profundamente. Te implica desafíos más serios; más serios en el alma humana. Es un poco eso lo que te lleva en la apreciación de lo que somos los seres humanos, en nuestras pasiones, en los odios, en las ambiciones, en las ilusiones o en el proceso de creación, que son desafíos que uno plantea a la existencia. Creo que la literatura a ese nivel es de una profundidad mucho más grande.

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Siendo multifacético, ¿el trabajo es sistemático o le agarra por temporadas? Es decir, ahora pinto, ahora escribo...
Trabajo sistemáticamente. La inspiración no existe, por más que digan que sí. Pero Picasso decía: “Por si acaso exista, que me coja trabajando”. Yo trabajo sistemáticamente; trabajo con horarios. Esta novela la trabajé así. Tuve un tiempo bastante abierto para poder trabajar de madrugada, tardes enteras, días enteros...

¿Cuándo es más rico escribir: en la mañana, en la tarde...?
En la madrugada. De las cuatro de la mañana a nueve de la mañana.

¿Y para pintar?
Durante el día. La luz del día ayuda. En la noche jamás pinto.

¿En la parte periodística?
Es todo el tiempo. Es veinticuatro horas.

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¿Y el tiempo para pensar en la familia?
Mi familia es parte del periodismo, parte de la pintura y parte de la literatura. Mis hijas, mi esposa, en particular, están involucradas en los procesos creativos...

¿Escribe para revitalizarse?
Escribo para mí. Yo no pienso en otras personas cuando escribo; digamos, en un lector preconcebido con algunas características. Yo escribo la novela que hubiera querido leer. Escribo sin angustiarme porque yo sé que cuando uno se angustia es porque quiere hacer la gran obra. Escribo y pinto siempre como que estuviera haciendo la obra maestra. Esa es la intención. Entonces pinto con los mejores recursos que pueda.

¿Hasta ahora no ha encontrado esa gran obra?
No sé. Uno nunca sabe. Uno da lo que puede...

Diego Cornejo
Diego Cornejo Menacho nació en Quito, en 1949.

Ha publicado Garabatos (Ediciones DCM, relatos breves, 1994), Crónica de un delito de blancos (Ediciones DCM, investigación periodística, 1996), Gato por liebre (Alfaguara, novela, 2006) y Miércoles y estiércoles (Alfaguara, novela, 2008), por la que el Municipio de Quito le concedió el Premio Nacional Joaquín Gallegos Lara 2008.