“Como 30 policías uniformados, de civil y en moto nos interceptaron cuando estábamos comprando un Lotto. Inmediatamente fuimos esposados y subidos en dos camionetas, nos vendaron, para luego llevarnos hasta la Policía Judicial (PJ)”, recuerda Karina Pico Suárez con una voz entrecortada mientras enseña unas marcas en su pecho que asegura le dejaron las torturas a las que, dice, fue sometida durante dos días por miembros del desarticulado Grupo de Apoyo Operacional (GAO) de la Policía.