Contra la tendencia imperante de la comida rápida y un frenético ritmo de vida se alza el Slowfood, un movimiento nacido en Italia hace más de viente años y que no solamente significa comer despacio.
Slowfood trabaja también en la defensa de la biodiversidad alimentaria y en difundir los alimentos limpios y justos, apoyando a los pequeños productores y a los cocineros que promueven esta manera de entender la alimentación.
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En el caso de los restauradores, se trata de una manera de elaborar comida supervisando absolutamente todos los procesos por los que pasa el producto, consiguiendo así optimizar los resultados.
Se trata de un concepto que auna el conocimiento, la cultura y la alimentación, desarrollando así una nueva filosofía del placer. Este movimiento ya está presente en más de 50 países y cuenta con más de 80.000 socios.