“Queríamos comenzar una nueva vida, tener un negocio propio, pero para esto necesitábamos dinero. Por eso nos autosecuestramos”, declararon a la Unidad Antisecuestro y Extorsiones (Unase) de la Policía Nacional un par de hermanas quiteñas mayores de edad que fueron denunciadas por sus padres como secuestradas hace varios años.

Este caso forma parte de las experiencias que Alexander, miembro de la Unase desde hace diez años, ha tenido dentro de la institución. El agente contó que como parte del plan de autoplagio las chicas utilizaron a otras personas para realizar  llamadas telefónicas, fingiendo un acento colombiano, y así exigir el pago de una fuerte suma de dinero por su libertad e incluso amenazaban a los padres con hacerles daño físico a las supuestamente plagiadas si no se accedía a las pretensiones económicas.

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Luego de un tiempo de actividades de inteligencia, las investigaciones llevaron a definir que las chicas se encontraban en un cantón de la Costa ecuatoriana. Alexander evita entrar en detalles porque quiere precautelar la integridad de las involucradas y a su familia.

Los oficiales de la Unase al dirigirse a la zona ubicaron a las hermanas en una cantina. Luego las siguieron hasta el hotel donde se hospedaban y las detuvieron.

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En primera instancia las dos implicadas fueron trasladadas hasta Quito para responder por los cargos de extorsión que realizaron hacia sus padres, pero el proceso legal se suspendió porque los mismos no presentaron una acusación particular.

Según la Unase, esta modalidad de plagio ocupa entre el 20% y 30% de las denuncias reportadas en el país.

Alexander explicó que no solamente la cuestión económica es la motivación para fingir un secuestro. Existen, dijo, otras motivaciones para inventarlo y así justificar una ausencia.

Dentro de otras experiencias del agente están las de empleados que por no querer ir a trabajar por un cierto tiempo o por justificar un viaje de fin de semana que se extendió más de lo esperado crean historias de secuestro.

Alexander, con una sonrisa en el rostro,  contó que en algún momento le tocó investigar la denuncia de una señora que reportó a su esposo como desaparecido primero y como secuestrado después, ya que hubo una sola comunicación en la que alguien, a quien no reconoció, le habló del hecho.

Las operaciones de campo, las cuales no duraron mucho tiempo, descubrieron al plagiado en la playa en compañía de su amante. El resultado de la mentira fue la separación de la pareja de casados.

Otra de las razones para crear un autosecuestro se da especialmente en menores de edad, quienes quieren dar una supuesta lección a sus padres porque los controlan demasiado o porque no les prestan la atención necesaria. En muchos de estos casos, recordó Alexander, amigos muy cercanos colaboran con la organización del supuesto secuestro.

Alexander comentó que la gente basa sus autosecuestros en realidades vistas por televisión o en películas. Dijo que hay casos en los que se trata de despistar a los agentes imitando voces intimidantes con acentos que tienen sugestionada a la población, o también siguen rutinas de película como hablar por teléfono con los familiares por pocos segundos para no ser identificados por aparatos de investigación.

Pero estas falsas denuncias hacen que la Unidad invierta tiempo, recursos y personal en investigar hechos que no resultan de trascendencia.

Pese a ello, sostuvo Alexander, la institución tiene la obligación de analizar todos las denuncias, ya que está de por medio la vida de una persona.
Los primeros días de febrero del 2010, la Unase resolvió el único caso que le faltaba de los 29 reportados en el 2009.

Por ellos, las bandas de secuestradores, que en su mayoría son lideradas por elementos de nacionalidad colombiana, exigieron más de $ 71 millones, de los cuales solamente se pagaron cerca de $ 79 mil.

Datos de la Unase demuestran que este dinero que fue entregado a las bandas de delincuentes corresponden a casos en los que la familia negoció directamente el pago de un rescate, pero al ver que no liberaron a la persona decidieron dar aviso a la Policía para que entre en acción.

En lo que va del 2010, la institución ha receptado tres denuncias de secuestro. Dos de los casos ya han sido resueltos y uno se mantiene en investigación. La capital presentó el primer caso de plagio en enero, fue el de la niña J. Chediack, quien permaneció por más de quince días retenida hasta que oficiales descubrieron la cueva en la que la mantenían en las riberas del río Chiche, al nororiente de Quito.

El segundo caso fue el de un empresario lojano al que la Unase ubicó en un mes donde estaba retenido. El comerciante luego de su liberación salió de la provincia para olvidar todo.

Cifras

29
secuestros. En el 2009 hubo esa cantidad de denuncias en el país.

3
denuncias.  Son las receptadas en lo que va del año. Las víctimas son de Loja, Manabí y Pichincha.

26
plagios. Se registraron en el 2008; 36 en el 2007; 47 en el 2006; 37 en el 2005  y 20 en el 2004.