Cuando Juanita, una de las hermanas de Fidel y Raúl Castro, rompió relaciones con el gobierno de su hermanos, y se exilió en Miami, no sabía que pasaría más de 45 años sin pisar el lugar que la vio nacer.
En su país fue acusada de traidora y fuera de él recibió el rechazo de los exiliados, quienes la condenaron por tener el apellido Castro Ruz. Se enemistó con casi todos sus hermanos y se entristeció por no ver a Cuba democrática al fin.
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Pero en esa ocasión, como lo hizo el año pasado con Fidel y Raúl, mis hermanos: la historia secreta, el libro que publicó, no tuvo pelos en la lengua. En una rueda de prensa dada en 1964, con 31 años, se proclamó enemiga de una revolución que, para ella, había perdido el rumbo de sus orígenes.
Lo más destacado del libro es que Castro confiesa haber sido informante de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de EE.UU.), y haber ayudado a cientos de personas a conseguir el exilio. Escrito hace diez años y lanzado en septiembre pasado, se hizo con la ayuda de Maria Antonieta Collins, una periodista mexicana que conoció a Juanita en Miami y la convenció para plasmar sus memorias.
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Fidel y Raúl, mis hermanos: la historia secreta no es más que la historia de la familia Castro Ruz y del origen de la revolución de Cuba. Aunque la autora explica que su objetivo es salvar la honra de sus padres, difamados en muchos escritos del exilio, la obra se transforma poco a poco en un diario de sus vivencias.
Comienza con un recuento cronológico desde la llegada de su padre Ángel Castro a Cuba, la unión con su madre Lina Ruz y el nacimiento de cada uno de los siete hermanos cuando vivían en Birán (este de Cuba).
Poco a poco se introduce en la historia de Raúl, su hermano preferido, Fidel, y la diferencia de carácter entre los dos, sus ideales de una Cuba distinta y los pininos de la revolución.
Castro hace una rápida explicación de los acontecimientos venideros. El asalto al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953 y la captura que transformó a sus hermanos en ídolos de un pueblo que deseaba la caída de Fulgencio Batista.
Se narra el viaje a México, donde se forjó el derrocamiento del presidente, y en sus relatos no olvida a Juan Almeida, Juan Manuel Márquez, Huber Matos, Camilo Cienfuegos, Vilma Espín, Celia Sánchez, del grupo de guerrilleros vencedores que llegó a La Habana en enero de 1959 para tomar el poder, a quienes critica o alaba según su ideología.
Pero a pesar de intentar restarle importancia a Ernesto Che Guevara, el argentino aparece en muchos episodios del libro como un hombre sin corazón, inescrupuloso, oscuro y, para ella, causante de que la revolución haya fracasado, comentando lo incomprensible que le resulta que este hombre sea visto como ícono de libertad y rebeldía en todo el mundo, algo que solo le parece producto de la fuerza del marketing.
Juanita Castro explica que en esa época, la desilusión causada por los nuevos líderes cubanos, que abusaban del poder para apropiarse de las tierras y los bienes como auténticos comunistas, además de encarcelar y fusilar a los opositores, fue la causa que la hizo ayudar a los miembros de la CIA.
“No fue fácil, pero frente a tanta injusticia tampoco me fue difícil. Era consciente que la ruptura familiar sería fuerte, violenta. Tenía que escoger: o me resignaba y aceptaba ver todo lo que estaba pasando o actuaba y me decidí por lo último”, expresa. Y usó su casa, donde refugiaba anticastristas, para comunicarse y ayudar a esconder a agentes enemigos.
Según su hermana, Fidel no era comunista (a diferencia de Raúl y el Che), y tan solo optó por esta corriente cuando se alió con la Unión Soviética en su afán de conseguir el poder total, cosa que logró gracias a cómo aprovechó la época de la Guerra Fría y el Muro de Berlín, poder que solo abandonó en el 2008 por problemas de salud.
Como se había transformado en la hermana traidora del régimen, apenas murió su madre, en agosto del 1963, Raúl le dijo a Juanita que debía salir de Cuba inmediatamente. Así fue como el 19 de junio de 1964 dejó La Habana para no regresar.
Y debió comenzar una nueva vida -relata la autora- entre el desprecio de los anticastristas, los recuerdos y la poca esperanza de que sus sueños de la ansiada libertad cubana se vean realizados.
En Miami, donde finalmente se asentó aconsejada aún por los integrantes de la CIA, empezó a hacer campañas en favor de la democracia cubana, pero nunca influyó en las grandes masas. Su trabajo, de perfil bajo, consistió en ayudar a fundaciones y brindar charlas de democracia, además de abrir una farmacia, donde justamente conoció a la periodista mexicana que la ayudó con el relato.
Finalmente, cuenta a breves rasgos el destino de las generaciones posteriores de la familia Castro, a las que no conoce en su mayoría. Muchos descendientes dejaron la isla porque están en contra del régimen comunista.
El gobierno cubano no se ha pronunciado respecto al libro aún. Tan solo algunas revistas oficiales han declarado que el lanzamiento de la obra es una jugada netamente comercial de Juanita, y que no hace más que afirmar que Fidel y Cuba siempre fueron víctimas de los demás países y mandatarios, sin darle mayor importancia a sus vínculos con la CIA, porque ella solo fue un “objeto publicitario” para los norteamericanos.
Juanita Castro, en un monólogo lleno de emociones y carente de parcialidad, con datos biográficos y curiosidades de una familia que por 50 años ha dado que hablar en Latinoamérica, le pide finalmente a su hermano Raúl, gobernante actual de Cuba, que lleve a la isla caribeña a la democracia “para que él pueda tener su oportunidad en la historia”.
Nombre: Fidel y Raúl, mis hermanos: La historia secreta
Autor: Memorias de Juanita Castro, contadas a María Antonieta Collins
Género: Biografía
Editorial: Aguilar
Páginas: 426
Datos
Personalidades. Según Juana Castro, Fidel es un hombre poco cariñoso y efusivo, a diferencia de Raúl, que siempre sonreía y le demostraba el cariño a la familia.
Enemiga. Cuando la hermana Castro trabajó para la CIA en Cuba, su nombre secreto para los contacto era Donna, y se encargaba de esconder a los agentes norteamericanos para que no los descubran.
Perdón. De los siete hermanos Castro, la única con la que Juanita tiene contacto es con Enma, quien vive hace 40 años en México. Con los demás no habla desde que salió de la isla.
“El marxismo ha acabado con nuestra familia en la misma forma en que ha acabado con el resto de la familia cubana".
JUANITA CASTRO
“Juanita Castro es la pieza más importante de propaganda que hemos podido captar. Es el golpe más grande propinado al régimen comunista”.
TED SHACKLEY,
JEFE DE LA CIA EN PROYECTO CUBA